Opinión
MIGUEL FONT ROSELL
La melodía
Hace ahora algo más de un par de años, fui invitado a comer en un curioso restaurante en el que en la carta figuraban únicamente cuatro platos, de forma que cada comensal sólo podía pedir uno de ellos, de manera que los camareros (cada uno representaba a un plato), en función de lo solicitado, al llegar a la cocina decidirían encargar a los cocineros qué plato único deberían servir a todo el comedor. Los platos en cuestión eran: jamón, sardinas, melón y sandía. Como resultado del proceso de selección, la mayoría se inclinó por el jamón, siendo el plato menos solicitado las sardinas, de forma que melón y sandía se repartían las preferencias en un segundo término, casi por igual. Los camareros, al llegar a la cocina, hacer sus cuentas y sus correspondientes discusiones, decidieron no servir a ninguno de los comensales los platos solicitados, eligiendo en su lugar algo a lo que llamaron "melodía", una mezcla de melón y sandía al considerar que la suma de ambos era mayor que los que habían pedido jamón, que tanto una como otra eran frutas, casi redondas ambas, de un color parecido y que crecían de forma análoga. Ya en la propia cocina y mientras se servían las raciones a unos comensales que nada podían decir al respecto, pues esas eran las reglas del juego, los propios cocineros ni siquiera probaban tal mezcla, y entre ellos y los camareros seguían tomando melón los unos y sandía los otros, pues tales frutas al abrirlas sólo se parecían en que ambas tenían un sinfín de pepitas que no hacía nada fácil el comerlas, pero en lo demás nada tenían en común, ya que una era blanca y tenía un sabor muy característico y repetitivo, mientras la otra era roja y sabía mas bien a agua perfumada, opinando los mas expertos que de tener que mezclar algo, incluso hubiera sido mejor la mezcla de melón con jamón, algo de contrastes mas enriquecedores y que también suponía mayoría en la preferencia de los comensales. Una vez intoxicados los cocineros que probaron la mezcla, decidieron retirarla y en su lugar dejar que los comensales comieran todos el jamón que en su mayor parte habían pedido. Retirados los platos de "melodía" y sustituidos por jamón, los comensales iban comiendo cada vez más a su gusto, tranquilos, sin alborotar y en un ambiente cada vez más apacible ya que en el comedor sólo se comía, y cada vez más a gusto, el jamón con algo incluso de melón que alguien pedía para hacer la mezcla, de manera que el camarero que aportaba la sandía, al no poder colocarla, en dos años, empezó a repartirla entre unos cuantos para que la tiraran contra el restaurante, sobre todo contra los que mezclaban el melón con el jamón, sin demasiado éxito, hasta que otra vez, y pasados esos dos años, hace ahora unos días, aprovechando que en otro restaurante de otra localidad habían empezado a ofrecerle "melodía" a los comensales y que otros injertos también eran consumidos en otras latitudes desde hace ya un año, aun cuando estuviera a punto de caerse el restaurante donde eso tenía lugar, a uno de los cocineros-camareros se le dio por volver a dar la matraca con lo de la "melodía" y retirarle los platos de jamón a los comensales, ya que si no colocaba ahora la sandía, ante el éxito del jamón, no iba a poder vender el producto cuando volviera a abrirse el restaurante dentro de un año y pico.
Ni que decir tiene, que con tales prácticas culinarias hacia el cliente, ni yo pienso volver a tal restaurante ni lo hará la mayoría, y que la "melodía", si algún día me apetece, será cuando no intoxique y tenga coherencia interna, y sobre todo, cuando se me ofrezca como tal desde un principio (las mezclas en la carta), y sin que nadie me cambie el plato cuando finalmente estoy comiendo algo que no me disgusta.
Como en cualquier fábula, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, pero por si alguien tuviera la tentación de buscar similitudes, voy a ahorrarle el trabajo:
Relación de personajes y actores por orden de intervención:
Restaurante: Vigo. Platos: partidos políticos. Comensales: ciudadanía. Camareros: líderes de cada partido. Cocina: Pleno. Cocineros: Ejecutivas de cada partido. Jamón: Partido Popular. Sardinas: Partido de los progresistas. Melón: Bloque. Sandía: Partido Socialista. Melodía: Coalición de BNG y PSOE. Pepitas: conflictos internos de partido. Melón con jamón: PP y BNG con el urbanismo. Intoxicación: ruptura entre el PSOE y el BNG. 1ª Retirada de los platos: moción de confianza. Camarero que aportaba la sandía: lideres del grupo municipal socialista. Otro restaurante de otra localidad: la Xunta en Santiago. Otros injertos: coalición en el Parlamento nacional. Otras latitudes: Gobierno central en Madrid. Restaurante a punto de caerse: España. Cocinero-camarero: Aspirante a la alcaldía. 2ª Retirada de los platos: moción de censura. Apertura dentro de un año y pico: nuevas elecciones.
Por si algunos, enfrascados en un juego político cada vez mas ajeno a los verdaderos intereses del pueblo al que dicen servir, se han olvidado, conviene aclarar ciertos conceptos: Unas elecciones, en una interpretación simplista, pueden ser cuestión de matemática, pero una moción de censura tiene mucho más que ver con la ética e incluso con la estética que con la matemática, con el bienestar o malestar de la ciudadanía que con las ambiciones políticas de unos pocos, con una situación excepcional regulada para poder salir de un estancamiento, que con el uso burdo y torpe de hacer las cuentas de la vieja para sacar a quien lo está haciendo mejor que nadie en los últimos 40 años, para ser sustituida por un experimento que en su anterior aplicación y en la misma legislatura ha sido deplorable para Vigo.
Esta pataleta, como reconocimiento canalla a que por primera vez en mucho tiempo se están haciendo las cosas medianamente bien y gobernando, aunque sea en minoría, no se cura aplicando la matemática en contra de quienes estamos ya hartos de tantas ambiciones y tantos enfrentamientos, externos e internos, sino haciendo una oposición constructiva como ha hecho el BNG apoyando el Plan General o el PSOE contribuyendo a aprobar los presupuestos, lo demás es pura "pelusa" que el pueblo identifica a la primera de cambio y castiga a la segunda (y esta lo será si fructifica), irremisiblemente.
El gobierno, el que sea, a gobernar, y la oposición a aportar nuevas ideas y a negociarlas en positivo para mejorar las acciones a llevar a cabo en el bien de la ciudad, y después..... a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga, pero por favor, no mas melodías.
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