Opinión

PABLO LÓPEZ

Novecientos kilos

Infladas como velas de barco, las cifras de la Volvo Ocean Race comienzan a sonar a tongo. No se trata de poner en duda la relevancia del acontecimiento, que convierte las hipérboles en innecesarias, pero en el manual de la exageración debería existir un capítulo dedicado a la moderación. Si nos dicen que millones de personas mirarán a Vigo el día que zarpen los veleros, cuela; si los millones se elevan a novecientos, como machaconamente se repite, huele.

Sin rubor se reitera oficialmente que uno de cada seis habitantes del planeta verán la salida por televisión. De Mali a Zimbabwe, los niños africanos aparcarán el hambre por unas horas para admirar la renovación de Luis Taboada; los atentados cesarán en Bagdad y Kirkuk, en el contexto de una tregua de Al Qaeda con motivo del pasacalles "Un mar de peixes", y hasta la más recóndita provincia de la República Popular China se paralizará para ver a Budiño paseando su gaita por Bouzas.

Tan espléndido cómputo, producto de condensar en unas horas los espectadores de nueve meses de regata, resulta tan excesivo como considerar a Chambao y Pastora dos figuras de la música internacional, tildar de excepcional el programa de actividades paralelas o calificar de generosa la actitud con Vigo de la vieja Xunta. Y no me refiero exclusivamente a la Vuelta al Mundo de Vela.

pablolopez@farodevigo.es

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