Opinión

ANDRÉS ABERASTURI

Otra falsa unanimidad

Volvió a pasar esta vez a nivel de ejecutiva del PSOE; una vez más, como viene sucediendo desde el Congreso en el que Felipe y Guerra rompieron relaciones, el famoso acuerdo unánime se impuso oficialmente entre los líderes de Ferraz en esta ocasión sobre la reforma/no reforma de estatuto de Maragall. No es verdad, claro, y dentro del PSOE las sensibilidades -ese eufemismo- se han convertido en urticarias, pero Pepiño Blanco se sienta frente a los medios y comunica la fumata blanca. Lo malo es que se deben creer que el personal respira aliviado.

Lo de la urticaria no es invento de quien esto escribe, sino de un líder del PSOE, como tampoco es invento que un ex ministro de Felipe me confesara que lo de Maragall no tiene nombre y que el estatuto es infumable. Tampoco es un invento mío, y allá cada cual para creerlo o no, que no sólo agarró el gran cabreo Maragall por no asistir a la reunión catalana con Zapatero sino que también la vicepresidenta primera del Gobierno se sintió molesta por la exclusión; y es que no se puede estar dando la cara todo el rato para que luego se olviden de uno/una. Y para terminar de arreglar las cosas, el gran Maragall que sigue repartiendo leña: cambiará su Gobierno le pese a quien le pese y si por él fuera, mandaría a Bono a las filas del PP.

Lo que a mí me preocupa es que el Gobierno sólo le preocupe el asunto del Estatuto. Al Gobierno y a la oposición que va a iniciar o ha iniciado una campaña, bastante cursi por cierto, sobre la unidad es España. Y ahí están los camioneros abriendo brecha pero a la cola están los pescadores, los taxistas, lo remolacheros, el personal de RTVE y al paso que vamos hasta los profesores de japonés, que cuando las cosas se solucionan por las malas, pues todos a por todas.

Se pongan como se pongan y diga Pepiño Blanco lo que diga, el Estatuto le va a costar al PSOE es posible que un precio jamás pagado en heridas internas y en votos externos. Ni en los peores años del último Felipe el desencuentro fue tan grande, tal vez porque había otro secretario general; tal vez, pero si Maragall es más nacionalista que socialista, como dicen muchos de sus compañeros, que nadie dude que Alfonso Guerra, presidente de la comisión a la que va a ir el estatuto, es mas guerrista que nada y mucho me temo que por su parte no va a haber ni la mínima concesión a la hora de elegir entre su conciencia y su partido.

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