En fin, que alguien se ha puesto a entonar el ORA pro nobis

Este debate y a estas alturas seguro que obedece a algo. Cuate, aquí hay tomate.

Porque después de casi quince años o más, alguien se ha dado cuenta de que lo de la ORA no chuta. Y es cierto.

Lo que hace falta saber es de quién es la culpa. Porque si se cumpliera la Ordenanza, lo de la ORA estaría funcionando a la mil maravillas. Como en los demás sitios.

Porque hay que tener en cuenta que el objetivo de la ordenanza que convirtió un montón de calles del centro en máquinas tragaperras era la rotación de coches y no la recaudación. Y aquí el personal sólo se preocupó de hacer caja y no de que hubiera siempre plazas disponibles en el centro.

Convirtieron las calles en aparcamiento barato de los trabajadores más madrugadores. Y no se trataba de eso, porque ahora mismo encontrar plaza después de las ocho o las nueve de la mañana es tarea imposible para quienes se ven obligados a desplazarse al centro en coche. Les queda el recurso de los aparcamientos privados pero ya no es lo mismo. Y menos mientras el PP no cumpla su promesa de la tres horas por dos euritos.

Los vigilantes sólo se preocupan de que haya ticket tras el parabrisas y a la concesionaria le da lo mismo mientras le garanticen los ingresos.

En fin, que parece que se la quieren cargar. Así, los que los madrugadores ya no tendrán ni que aprovechar la hora del cafelito para renovar la papela. Un chollo.

Caen unas losetas, ponen unas vallas

y tutti contenti...

Hace cosa de un mes, más o menos, se produjeron unos desprendimientos de losetas de granito de la fachada de un edificio de la calle Irmáns Sarabia, en A Miñoca, lo que alarmó a todo el vecindario, que solicitó la urgente adopción de medidas.

Pusieron vallas, cintas y todas esas cosas. Y hasta hoy.

Nadie se ha vuelto a preocupar de solucionar el problema y la calle sigue cortada en la dirección habitual y han habilitado un acceso daquelamaneira para los vehículos que se dirigen a los garajes.

Pero no han vuelto a mover ficha. Ni se ordenó una revisión de la fachada para ver si sigue el peligro de desprendimientos ni se han comenzado a reparar los desperfectos. Y los vecinos están, como pueden entender, además de hartos, muy preocupados.