La amable controversia

La arquitectura no es una ciencia exacta. La controversia es su denominador común, del que ni "Abrir Vigo al Mar" ni Vázquez Consuegra logran escapar. La concesión del premio de los arquitectos españoles a la ordenación del borde litoral de Vigo entra en contradicción aparente con la mala prensa de una actuación espasmódica, que estuvo a punto de ser frustrada por las mismas autoridades que la promovieron. La ciudad tiende a confundir los patinazos del proyecto con el proyecto mismo, sin reparar en que Vigo se hizo más amable desde que Vázquez Consuegra acercó el paseo al mar.

Discutible como toda gran obra, particularmente por el entorno del Universal o la reforma del Berbés, la actuación, que abarca desde esta plaza a la de la Estrella, abrió una nueva ciudad, a pesar del constante empeño de las instituciones en desvirtuar el trabajo de aquellos a quienes paga. No es Vázquez Consuegra quien convierte Casa Pepe en un estorbo a largo plazo, ni quien mantiene la herrumbrosa piscina del Náutico con tozudez, ni quien tizna de spray las paredes, separa el mar con una tela metálica o deja que los parterres se mueran de sed.

Tampoco fue el arquitecto sevillano quien, sobre la marcha, decidió suprimir un museo y un acuario, por la sencilla razón de que los que mandaban en el puerto repartieron concesiones con los ojos vendados o decidieron que ceder el edificio de la Estación Marítima era sencillamente un engorro. Así, el proyecto se fue desvirtuando, aunque no tanto como para que le llegue de fuera un reconocimiento del que todavía carece dentro. Una constante de la arquitectura, pero también de la ciudad.

pablolopez@farodevigo.es