Opinión
PEDRO DE SILVA
Verjas
En Melilla, los negros subsaharianos saltan la verja entre el Norte y el Sur. Protagonizan una gesta épica, que un día tendrá su literatura, en la que seremos sin duda los malos. Hay que asumirlo, y ejercer ese papel con decoro: en aceptar la propia condición estriba la dignidad humana, ya desde los estoicos. Algo más al norte, al otro lado del Estrecho, devotos blancos y cobrizos, llegado el día, saltan la verja que separa el recinto sagrado del vil mundo, para sacar de paseo a la Blanca Paloma. Tampoco queda lejos la verja de Gibraltar, que separa los restos de los dos grandes imperios históricos (blancos, claro) de Occidente. Esta verja se abre o se cierra, pero no la salta nadie. ¿Es posible un mundo sin verjas?. Respuesta: tan posible como el otro mundo, el más allá. Pero tampoco andaban lejos las columnas de Hércules, y la verja del "non plus ultra" saltó por los aires.
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