Opinión

PABLO LÓPEZ

Vendas en los ojos

Perdón por la demagogia, pero se confirma que la investigación resulta mucho más fácil de eliminar que el botellón. Mientras algunos de esos correosos contratiempos que persiguen a la ciudad se resisten a cumplir los deseos municipales y desaparecer, otras actividades más útiles pero menos visibles tienden a la desaparición fulminante. Así, en apenas una semana hemos tenido conocimiento de la supresión de los observatorios medioambiental de la ría y del empleo, ambos de la Fundación Provigo, porque se ve que molesta más un vaso de plástico a la vista de un turista que toneladas de metales pesados en el fondo de la ría.

Salvo que los consejeros de la fundación hayan concluido que la contaminación y el paro han dejado de ser problemas de la ciudad, la decisión no encuentra otra explicación que la económica. Reaparecen los viejos recelos sobre los científicos, y su consideración como mensajeros de noticias que la autoridad no desea oír. Que la mierda se acumule en el fondo del mar o que el empleo siga siendo un bien al alcance de pocos se da por supuesto, así que para qué pagar a un puñado de investigadores obstinados en la cruda realidad.

Suele ocurrir que tan magros ahorros se dilapidan en campañas de utilidad dudosa pero máxima visibilidad, y esa demagogia sí resulta intolerable. Por no hablar de millonarios planes estratégicos que se solapan con los urbanísticos, y que una vez abonados terminan en el cajón de algún despacho. Provigo le ha puesto una venda en los ojos al paro y a la ría, aunque, como el vaso del botellón, contaminación y desempleo vayan a seguir resistiéndose a los deseos de la autoridad.

pablolopez@farodevigo.es

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