Opinión

PETER DAY

Tonterías

Walter Wolfgang tiene 85 años de edad. En los años treinta, Gran Bretaña lo acogió como refugiado de la Alemania de Hitler, es miembro destacado de la Campaña en favor del Desarme Nuclear y ha militado en el Partido Laborista durante 57 años. Sin embargo, por culpa de una palabra, "Tonterías", los gorilas del congreso del Partido Laborista lo echaron con malos modos y, más tarde, cuando intentó volver a entrar en el congreso, la policía antiterrorista lo detuvo, lo interrogó brevemente y le quitó el pase de entrada. También echaron a Steve Forrest, presidente de una delegación local del Partido Laborista, por protestar por el trato que había recibido Wolfgang. ¿Y qué había hecho este anciano? Se había limitado a gritar una palabra, "Tonterías", mientras Jack Straw, el ministro de Exteriores, afirmaba que Gran Bretaña y sus aliados defienden la democracia en Irak. Sin embargo, parece que el derecho democrático a interrumpir a un orador ya no se tolera en el actual Gobierno laborista.

Al principio, un portavoz del Partido defendió la expulsión: "El Partido Laborista se reserva el derecho a echar de su congreso a quienes causen disturbios continuados".

En este caso, el disturbio se define con una sola palabra. ¿O quizá quería decir que el desacuerdo con la línea oficial del Partido es un "disturbio continuado"? En cuanto se alzó el coro de protestas, los peces gordos del Partido se dieron cuenta de que tenían entre manos un problema de relaciones públicas y actuaron para limitar los daños. En un principio, el Primer Ministro se negó a comentarlo; sin embargo, más tarde dijo a la BBC que, en el momento del incidente, él no estaba en la sala, pero garantizaba que "en este país la gente tiene libertad de expresión y debemos alegrarnos de que así sea. Siento lo que le ha pasado a Walter y ya me he disculpado con él". Libertad de expresión significa libertad para estar en desacuerdo, si bien, por lo que parece, no puede manifestarse en una conferencia del Partido Laborista. Los compañeros del Gobierno de Tony Blair se apresuraron a añadir que el incidente no debería haberse producido. "Nosotros no hacemos así las cosas". ¿No? Han invitado a Forrest y a Wolfgang a una comida en la Cámara de los Comunes. Así pues, ¿está ya todo arreglado?

El señor Wolfgang ha sido más generoso. "En lo que a mí respecta, el caso está zanjado. Lo que no está zanjado es el asunto de la democracia en el Partido... me parece que en el Partido se limita la libertad de expresión". Otros miembros del Partido Laborista comparten esta opinión. John McDonnell, diputado, presidente del Comité de Representación Laborista, ha dicho que la supresión de la disidencia es "casi endémica" en el interior del Partido. "Necesitamos una investigación cuidadosa en la cultura de la intimidación del Nuevo Laborismo". La directora de la asociación Liberty ha manifestado que hay pruebas del ataque del Partido Laborista a las libertades civiles. "Cuando se piensa en lo que le ha pasado al señor Wolfgang, se tiene cierta idea de lo que sucede cuando uno llega demasiado lejos por ese camino". Mientras que el diputado Mark Oaten, portavoz de asuntos nacionales del Partido Liberal Demócrata, ha declarado que "Las leyes antiterroristas están para detener a los terroristas potenciales, pero no para amordazar a los manifestantes pacíficos".

La cuestión de la guerra de Irak no va a desaparecer y manchará para siempre el historial de Tony Blair como primer ministro. Según se dice, la militancia del Partido laborista en los últimos cinco años se ha reducido de 400.000 miembros a 200.000. No es de extrañar cuando los militantes tienen tan poco que decir sobre la política del Gobierno y ni siquiera se les consulta sobre asuntos tan controvertidos como la subida de matrículas universitarias o los hospitales asociados a fundaciones. Y cuando los miembros del Partido quieren que se les escuche, como le ha sucedido a Wolfgang, se les echa con malos modos para que no los oiga nadie.

El actual Gobierno laborista recibe constantes acusaciones estar excesivamente obsesionado por controlarlo todo. Y bien justificadas, pensará Wolfgang.

(Traducción de Carmen Francí Ventosa)

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