Opinión

FERNANDO DELGADO

Las patrias

Mientras los patriotas preparan sus banderines para celebrar mañana la Fiesta Nacional, que algunos se empeñan en seguir tomando por día de la raza o de la Hispanidad, no está demás acudir a la RAE para que nos cuente qué es una patria: "Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos o afectivos". Una descripción demasiado aséptica para quienes tienen la patria por una religión o por una madre nutricia. Pero ni la psicología, por donde pasa la pasión, ni la teología, caben en su complejidad en los diccionarios y por eso es tan difícil explicarse a veces tanto a los etarras como a los nazis y a los fascistas. No obstante, el diccionario habla de un "ser humano" que "se siente ligado" - el sentimiento cuenta- por vínculos tan interpretables y variables como los jurídicos e históricos, y tan imposibles de medir como los afectivos, que son muy imprevisibles y apasionados. Y estos sentimientos son los que a veces han hecho de las patrias charcos de sangre y de confrontación. Por eso, acaso, las patrias dan miedo y sirven para meter miedo. Pero si la definición del diccionario quedara sólo en tierra natal, y no exigiera que ésta estuviera ordenada como nación, ya me dirán quién iba a convencer al ciudadano de San Cugat del Vallés de que más allá de San Cugat tiene patria. Y por eso, quizá, y no por otra cosa, es por lo que quieren Maragall, Carod Rovira y Artur Mas la condición de nación para Cataluña. Quizá tratan de evitar que muchos, hartos de ellos, tomen el patio de su casa como su propia patria. A Ibarretxe le preguntaron la semana pasada que ponía él por delante, si a las personas o a la patria, y respondió que "las personas son la clave de cualquier patria". No acabé de aclararme si, según él, las patrias son nada sin nosotros o nosotros somos nadie sin las patrias.

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