Opinión
JOSÉ MANUEL PONTE
De como encajar Cataluña
Es imposible evadirse del ruido polémico sobre la discusión del estatuto catalán, que atruena por todas partes. Las palabras más empleadas entre las que se oyen por ahí son "dudosa constitucionalidad" y "encaje".La "dudosa constitucionalidad" se refiere a un posible desencuentro entre la letra y el espíritu del texto constitucional español y el del estatuto, en el que algunos quieren ver un borrador anticipado de la constitución de una Cataluña independiente, en cómodos plazos. En la lengua española, el termino "dudoso" tiene un perfil de resbaladiza desconfianza, de pringosa aprensión, que nos predispone al rechazo inmediato. Nadie acepta sin más una mercancía en estado dudoso, o a una persona de dudosa conducta y dudosa moralidad. Lo dudoso no nos induce precisamente a la duda, sino a la certeza cerril y al prejuicio. Y el "encaje" se refiere, en cambio, a la necesidad de buscar una formula legal para que Cataluña se acople a España, en una postura que le resulte cómoda. Al parecer -y no habíamos caído en la cuenta- Cataluña llevaba años, prácticamente varios siglos, desencajada de España y hay que ponerle remedio antes de que se desencaje, se desencajone, se desencuaderne o se descojone del todo. La palabra "encajar" tiene una acepción que alude a complicadas operaciones de carpintería, cuando se trata de situar en el lugar adecuado varios elementos rígidos, sin alterar sus estructura ni deshacerlos a martillazos. Yo he visto operaciones de este tipo con algún armario, o algún otro tipo de mueble, y son dificilísimas de culminar con éxito. Empieza uno rascándose la cabeza mientras estudia la mejor manera de encajar aquello y acaba jurando en arameo, o con un dedo tumefacto, por un golpe mal dado. Si los diputados del parlamento pretenden realizar la maniobra de encaje del estatuto dentro de la constitución por el método tradicional les auguro un fracaso sonado. Bien se ve , a simple vista, que una pieza y la otra no encajan en absoluto y no habrá carpintero ni jurista que sea capaz de acoplarlos sin romper algo. Entre romper la constitución y romper el estatuto y tirarlo a la papelera, lo mas cómodo sería esto último. Al fin y al cabo, sólo se trata de un proyecto de ley. En cambio, romper la constitución sería dramático, porque es la construcción jurídica sobre la que se basa la precaria convivencia nacional desde el fin de la dictadura. En realidad, la constitución no vale para nada, excepto para ir tirando, y se trata de un texto lamentable y pastelero, que permite vaciar de competencias al Estado, tanto hacia afuera (instituciones internacionales), como hacia dentro( comunidades autónomas). Fue una constitución impuesta por las potencias vencedoras de la segunda guerra mundial y con ella se nos dio trato de "país vencido", tal y como han apuntado perspicaces observadores de la realidad. El Estatuto catalán , el llamado Plan Ibarreche y resto de líos competenciales no son más que el resultado de aquella imposición. Si queremos hablar en serio hablemos de monarquía o republica federal y dejémonos de bobadas.
- «Vivo con la angustia de si va a conseguir salir para quitarse la vida»
- Qué es el mieloma múltiple, el cáncer incurable que sufría el presentador de TVG Xosé Manuel Piñeiro
- Marián Mouriño le promete un empujón a la audiencia de Broncano: «No puedo dedicarte goles, pero te voy a dar un patrocinio»
- El ciclón bomba Éowyn asusta en Irlanda, mientras Galicia incrementa las alertas
- Allariz despide a su ilustre vecino Superpiñeiro que deja un emotivo mensaje en su esquela
- Una deuda de 215.000 euros ahogó la segunda vida del clásico restaurante Follas Novas de Vigo
- Muere de repente un vecino de Bueu en la rampa del muelle
- Querido Piñeiro