Opinión

PEDRO DE SILVA

Alta tensión

Paradójicamente, en España el nacionalismo radical ha estado amortiguado por ETA. La banda funcionaba como conjuro del Estado para hacer del separatismo un tabú, y de paso el nacionalismo pacífico se autolimitaba, para apartarse de la lepra. A partir de este análisis, aquí se ha dicho alguna vez, en términos algo salvajes, que ETA era garante de la unidad de España. Desde que irrumpió el terrorismo islamista, con su apuesta de terror absoluto e insuperable, ETA retiró la suya -un gran depredador desplaza al más pequeño- e instauró una tregua de hecho. En este nuevo escenario, la tensión nacionalista, que es la energía subyacente a todos estos fenómenos, aflora en el campo de la política. La energía nacionalista ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Queda por ver si es más manejable ahora bajo forma de alta tensión o lo era antes bajo forma de rayo.

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