Opinión

El harakiri

Así pues. aceptado el principio de que nadie tiene derecho a discutirle al PPdeG la libertad para tomar sus decisiones de forma autónoma -y, por supuesto, a cometer por sí mismo sus errores- quizá pese a ello no estuviere de más insistir en algo que parece obvio: siendo, como es, el principal grupo del Parlamento gallego, y gobernando, como gobierna, dos tercios de la administración local y provincial, no puede sostenerse en serio que lo propio sea, a la vez, exclusivo. Y menos aún si se trata de sentar las bases para su futuro.

Lo dicho viene a cuento, claro, de la reunión que hoy mantendrá su junta directiva regional y en cuyo transcurso decidirá, con toda probabilidad, convocar el congreso extraordinario para el relevo del señor Fraga a mediados del mes de enero. Una fecha que nada tendría de particular si no fuese por la situación interna, en la que -por mucho que se niegue- hace tiempo que empezó la carrera y el juego subterráneo de los equipos y es cada vez más feroz el navajeo. Una circunstancia en la que dominan no los de más virtudes sino los de menos escrúpulos. Punto.

En esas condiciones -que además empeorarán, porque falta lealtad, falta generosidad y no sobra talento en un partido que tiene la marca de Caín impresa en la frente de unos cuantos de sus dirigentes- no parece razonable prolongar el pulso para saber quién será el vencedor. Es más: los expertos en elecciones, externas o internas, recomiendan cada vez con mayor convicción que las campañas sean lo más cortas posible para evitar efectos colaterales e indeseables, que es justo lo que ahora mismo abunda en el PPdeG.

Queda dicho que cada cual puede perpetrar sus propios errores e incluso hacerse el harakiri del modo que estime conveniente, y parece que los populares han optado por llevarlo a cabo con una larga travesía hasta el momento decisivo. Se argumenta la necesidad de un plazo relativamente dilatado -hasta mediados de enero- para conocer candidatos y programas, pero eso es sólo una excusa: si a estas alturas no se sabe ya ahí quien es quién, y lo que quiere cada cual, lo mejor que pueden hacer es cerrar el tenderete.

Los elementos más sensatos, y menos contaminados, de la estructura popular han recomendado -incluso coincidiendo con la última alarma en la salud de don Manuel Fraga- adelantar al menos un mes la cita congresual. Es perfectamente posible, pero no parecen contar con la mayoría necesaria en la reunión de hoy, a pesar incluso de que han argumentado el interés general del país; algo en lo que tienen razón, por cierto, sobre todo si se acepta que el PPdeG es un instrumento vital en el equilibrio de Galicia. Especialmente en tiempos como los que vienen, donde la oposición necesitará claridad de ideas y unidad de acción.

¿Eh?

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