Opinión
ANXEL VENCE
Vuelve el Noroeste
Casi treinta años después de la muerte de Franco, Galicia recupera en estos días su vieja condición geográfica de territorio del "Noroeste" y acaso también la de "esquina verde" de la Península. O eso acaba de decir, al menos, el primer ministro de España.
Informan, en efecto, las agencias noticiosas de que José Luis (R.) Zapatero anunció ayer en Lugo su propósito de invertir a favor de las tierras del "Noroeste" una sustanciosa partida de los presupuestos generales del Estado. Nada dijo, por fortuna, de la esquina verde ni del marco incomparable que la isla de A Toxa/La Toja ofrece a los novios/as en expectativa de casamiento, pero todo podría ocurrir.
Puede que algunos o incluso muchos gallegos ignoren dónde queda ese "Noroeste" al que el Gobierno de España planea asignar ingentes partidas de su presupuesto de inversión en obras públicas. Ya se sabe que la geografía y el exacto conocimiento de los puntos cardinales no forman parte de los programas de educación ahora en vigencia.
La gente más veterana recordará, sin embargo, que el "Noroeste" fue un concepto del que usó y abusó el régimen del general Franco -al igual que del "Levante" y del "Norte"- para reducir a geografía lo que, llamado por su nombre, bien pudiera devenir en peligrosa idea política. Digamos que Cataluña, el País Vasco o incluso la menos conflictiva Galicia.
Mucho es de temer que el Noroeste al que alude Zapatero incluya situaciones tan próximas en lo geográfico y a la vez diversas en lo nacional como las de Galicia, Asturias, León y parte de Castilla. Un popurrí de territorios bajo el que bien podrían disimularse cuestiones de más honda enjundia política.
No ha de ser esa la intención del presidente del Gobierno, al que por sus trazas hay que encuadrar dentro del ramo de los políticos federalistas. Prueba de ello es su reciente incitación a que Galicia cultive su propia "identidad", o los muchos esfuerzos que Zapatero ha invertido en sacar adelante el Estatut de Catalunya (aunque ahora deba darle marcha atrás).
Difícil sería imaginar, en cualquier caso, que el jefe del Gobierno español expresara en Barcelona -o en Tarragona, o en Lérida- su deseo de beneficiar al "Nordeste" de la Península. Probablemente los catalanes no habrían de entender muy bien la rebaja de su país a la mera condición de territorio geográfico compartido con valencianos y aragoneses.
Cuestiones de geografía y política aparte, lo que de verdad importa es el dinero que el Gobierno esté dispuesto a gastarse en este reino: tanto da que se llame Galicia, "Noroeste", sitio distinto o vieja tribu de Breogán.
Eso es lo que, lamentablemente, queda aún por concretar desde que los 12.500 millones de euros del famoso e incorpóreo "Plan Galicia" pasaron, como quien no quiere la cosa, al desván del olvido. Si un acuerdo del Consejo Ministros que se publicó hace tres años en el Boletín Oficial puede convertirse -como de hecho se convirtió- en papel mojado, no parece razonable exigirle a los gallegos que confíen en las simples promesas de un presidente de gobierno.
Tanto es así, que ni siquiera los socios nacionalistas que aquí tiene el partido del presidente Zapatero se han mostrado particularmente conmovidos por las inversiones que el Gobierno asegura que va a asignar a esta parte del "Noroeste" de la Península. Quizá intuyan -aunque no es seguro- que la reducción o rebaja de Galicia a mero concepto geográfico guarda alguna relación con el muy módico presupuesto que el Gobierno estipula para este que un día fue reino.
Un reino que, tres décadas después de la muerte del innombrable, vuelve a convertirse en el aséptico Noroeste. Seguro que alguno se está partiendo de risa en su tumba.
anxel@arrakis.es
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