Opinión
PEDRO DE SILVA
Tiempo de furiosos
Es fácil predicar tolerancia cuando hay consenso, o sea, acuerdo en el fondo. Pero la tolerancia no se pone a prueba en el consenso, sino en el disenso. Consiste en algo tan sencillo, y tan difícil, como es guardar las formas. De nuestro pasado guerracivilista no queda nada, por más que algunos se empeñen, salvo los malos modos, el insulto, la formalización externa del odio, su cáscara sucia, aunque ya no existan los motivos de fondo que alentaban antaño. Se insulta y se descalifica en la prensa, en las tribunas de Las Cortes, en esos falsos sucedáneos de la calle que son las tertulias de agitadores. ¿No podremos vivir sin insultarnos, sin faltarnos el respeto? Tolerar al contrario, presumir en él la misma buena intención que nos arrogamos, rebatirle con razones, y no con invectivas, he ahí el espíritu que falta. La furia y los furiosos no hacen patria, y cuando la tienen en la boca la mastican.
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