Opinión

ABEL LOSADA

Solidaridad y presupuestos. Dejemos a un lado la demagogia

Asistimos de nuevo, en el inicio del curso político, a la escenificación de la presentación en el Congreso de los Diputados de los Presupuestos Generales del Estado para el año 2006. Más allá de las intencionalidades políticas y de la utilización de los presupuestos como un arma arrojadiza, los datos cuantitativos tienen que ser el elemento central en el análisis de los presupuestos, los porcentajes de aumento de las diferentes partidas, los porcentajes "per cápita" de la diferentes Comunidades Autónomas, el volumen de inversión que van a recibir las diferentes comunidades autónomas, en aquellas partidas que podamos territorializar, que como todo el mundo sabe, no son todas.

Ciertamente estos son unos presupuestos marcados por la responsabilidad y la coherencia en términos de gobernanza. Son, sin duda, mucho más que unos presupuestos sobre infraestructuras, es necesario tenerlo presente por que cuando desde nuestra Comunidad Autónoma se analizan los presupuestos, tendemos a quedarnos únicamente con los datos cuantitativos del Ministerio de Fomento en términos de inversiones en infraestructuras.

Yo considero que desde nuestra Comunidad Autónoma es extremadamente importante por nuestras propias características, realizar una aproximación diferente a los PGE. Porque, no lo olvidemos, lo acaba de señalar el Consello Galego de Relacións Laborais, tenemos la tasa de desempleo entre las más elevadas de España, y las pensiones y el salario medio entre los más bajos del Estado.

En todas estas variables estamos claramente en el pelotón de cola de España; y por lo tanto, yo creo imprescindible a la hora de analizar cómo sale parada Galicia en los Presupuestos Generales del Estado, alcanzar una visión más totalizadora, más integral de estos presupuestos. Lo contrario es hacer demagogia, y es engañar a la ciudadanía, es intentar que la ciudadanía olvide sus condiciones de vida, muchas veces enormemente difíciles para llegar a fin de mes, a través de una política centrada, virtualmente, en las grandes obras e infraestructuras.

Obras que se empiezan y nunca se acaban, que se dibujan en el papel de forma machacona una y otra vez, que aparecen en los presupuestos un año y otro pero que nunca acaban de materializarse, y desde luego los últimos dieciséis años de gobierno en Galicia y los últimos ocho años en España han sido el paradigma de este tipo de política.

Quiero centrarme en la primera parte, en la dimensión social de los presupuestos, aunque después hablaré también de la dimensión territorial de los mismos. Hay dos cuestiones que son capitales para Galicia en los objetivos políticos del gobierno de Zapatero. Una, es el incremento muy por encima del IPC de las pensiones más bajas. Porque esto, si a alguna comunidad española beneficia, es a Galicia, ya que nuestras pensiones son las más bajas, y nuestra población es la más envejecida de España.

Por esta razón, la inversión presupuestaria que significa este incremento, hasta un 8 por ciento, de las pensiones mínimas, es una cantidad verdaderamente estratégica para el reequilibrio social y territorial de nuestra comunidad; porque no olvidemos además que la población mayor con pensiones más bajas se sitúa en el interior de nuestra comunidad autónoma.

El otro aspecto que también incide de forma directa sobre el bienestar de los ciudadanos es la cuantía de los salarios. En la Comunidad Autónoma con el salario medio más bajo de España, un aumento significativo del salario mínimo interprofesional tiene una repercusión inmediata e importante. Yo creo, y defiendo, que la cohesión social es, al menos, tan importante como la cohesión territorial y se garantiza con estas medidas, de las que necesariamente hay que hablar a la hora de valorar los PGE.

Pero también quiero hablar de infraestructuras, de esas que nos hemos acostumbrado a que nos las dibujen en un papel, a ver cómo las arrastran presupuestariamente año tras año sin que las obras comiencen. Porque, ciertamente el Gobierno Central podía haber hecho demagogia, y podía haber incluido en las partidas presupuestarias dedicadas a infraestructuras una cantidad de euros que no sería posible gastar, por el punto de tramitación en el que se encuentran esas obras.

Desde luego, los proyectos que el anterior gobierno de Madrid dibujó por vez primera hace bastantes años y que han estado absolutamente paralizados durante la última legislatura, no son responsabilidad del gobierno socialista. Ahora, cuando el gobierno socialista lleva poco más de un año en el poder nos hablan de retraso de varios años, cuando realmente estos retrasos les corresponden a ellos. Es difícil, e indigno, acusar a un Gobierno que aún no ha alcanzado el ecuador de la legislatura, de acumular retrasos en las obras superiores a ese año y pocos meses.

Por lo tanto, dejémonos de hacer demagogia, la gente quiere ver efectivamente obras en sus territorios, pero la secuencia ejecutiva de las grandes infraestructuras tiene unos periodos de gestión y tramitación prolongados, y considerar partidas presupuestarias elevadas allí donde se sabe que no se pueden gastar es, pura y simplemente, engañar a los ciudadanos.

El Gobierno socialista ha concentrado los esfuerzos financieros y presupuestarios sobre todo en las tres grandes obras de nuestra comunidad autónoma en las que, por su nivel de desarrollo y ejecución, es posible gastar ese presupuesto. La autovía A-8 y dos tramos ferroviarios, la Alta Velocidad entre Ourense y Santiago y el Eje Atlántico Ferroviario, entre Coruña, Vigo y la frontera portuguesa. Intensificar los esfuerzos presupuestarios en estas obras es ser coherentes y renunciar a la demagogia de cifras falsas, que en muchos casos sólo buscaban titulares de prensa, y también muchos anuncios pagados, pero que en realidad nunca se plasmaban, o se retrasaban de forma vergonzosa, en obras en la geografía de Galicia.

Voy a hablar muy poco de números, pero creo que los que doy son suficientemente elocuentes. Para el año 2006, Galicia va a absorber el 8% del total de los PGE, cuando nuestra población es el 6,3% y nuestro PIB el 5,7% de España. Cifras que en términos "per cápita" han pasado de 390 Euros en 2004 a 550 Euros en 2006, lo que significa que pasamos de un 89% de la media española en 2004, es decir 11 puntos por debajo, a un 121% en 2006, o lo que es lo mismo, 21 puntos por encima de esa media.

Desde el Partido Socialista debemos, queremos y podemos hablar de política social y de redistribución, pero sin duda también podemos hablar de números, con el orgullo del cumplimiento de nuestros compromisos con los ciudadanos.

*Parlamentario del PSdeG-PSOE

en el Parlamento de Galicia y Profesor

de Economía en la Universidad de Vigo

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