Opinión

Los efectos

De modo que, ratificado que eso de que lo medible no es opinable vale para todo menos para los presupuestos y enzarzado el país en la discusión de siempre por estas fechas -sólo que al revés: los que antes decían una cosa ahora dicen la contraria con enorme desvergüenza y sin que algunos hechos, por ejemplo la desigualdad de trato, hayan dejado de serlo- se abre ya una nueva polémica en el horizonte. Sólo que peor que las actuales, porque en ella influirán, además de elementos económicos, otros de naturaleza política e incluso alguno sentimental.

Se trata, claro, de las consecuencias que una posible aprobación talcomo -muy probable, habida cuenta de la dependencia que el Gobierno central padece de sus aliados, y las pocas ganas que el PSOE tiene de convocar elecciones generales anticipadas- del Estatuto catalán por las Cortes Generales pueda tener para Galicia. O, para ser del todo exactos, la parte que a la financiación dedica artículos el texto que el Parlament viene -en Barcelona, naturalmente- de respaldar . Por una abrumadora mayoría, eso sí.

La mayor parte de los expertos a los que se le ha preguntado -aún a vuela pluma- por los efectos colaterales, han dicho que serán negativos para Galicia. La aparición de otro sistema de cupo como el vasco significará, según su testimonio, una reducción -en la práctica, claro, que es lo que cuenta- del dinero disponible para el reparto conjunto, sin que el concepto "fondo de solidaridad" que maneja el tripartito catalán con el apoyo de CiU sea mucho más que una especie de bálsamo cuando lo que se necesita para curar al enfermo es un antibiótico.

Pero esa opinión no sólo tiene parroquia en buena parte de los expertos: la política arroja un balance parecido a la hora de cuantificar los que están a favor y los que están en contra de la idea de perjuicio. Y entre los que se han pronunciado -cierto que antes del 19/J, lo que puede ser clave- en contra de la fórmula catalana por considerarla lesiva para los intereses gallegos está el hoy presidente de la Xunta señor Touriño. Que habrá de ratificar o rectificar, pero que en todo caso tendrá que explicar y, si es lo primero, además tomar iniciativas.

Qué hará, si decide hacer algo, podrá verse pronto, al igual que la actitud de los diputados socialistas gallegos -los del PP ya se sabe que votarán en contra- en el Congreso. Pero en todo caso deberá tener en cuenta a sus socios del bipartito, porque éste sí es un asunto en el que no se admiten discrepancias en un equipo de gobierno, y el señor vicepresidente Quintana ya ha movido ficha. Desde la lógica nacionalista le ha reclamado al señor Rodríguez Zapatero un Estatuto gallego como el catalán, y por tanto se supone que tanto en lo de nación como en lo de la financiación. Por eso se hablaba de otra polémica en el horizonte.

¿No?

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