A golpe de talonario, el Real Madrid está haciendo un equipo en el que sobran casi tantos como los que van a jugar. Y lo difícil es colocar a los que sobran y tener tranquilo un vestuario donde muchos no se van a comer una rosca en todo el campeonato. Aún así, Luxemburgo, el entrenador, le pide "más madera" a Florentino Pérez, mientras éste intenta colocar a los sobrantes, que no se van porque nadie les paga lo que cobran en su club. Normal.

Pero el gran espectáculo del verano se está produciendo en el baloncesto, donde un club "nuevo", el Akasvayu, (sí, es un club español, hasta la temporada pasada conocido como Girona) está rompiendo el mercado. Se ha traido a Raúl López de la NBA; con tres millones de euros le ha quitado al Unicaja y, lo que es más importante a Orlando (otro club de la NBA, que le había elegido) a Fran Vázquez, por el que pujaban también el Madrid, el Barcelona y el TAU; ha fichado a otros excelentes jugadores (Dueñas, German Gabriel, Mc Donald, Salenga) y parece que aún no ha terminado la partida. ¿Que quién está detrás de ese sorprendente Akasvayu? ¿No se lo imaginan? Una empresa constructora gerundense que trata de hacerse un nombre en la primera fila del deporte y de la venta de casas. Aparecer en toda la prensa española, ser conocido en medio mundo, le va a costar una millonada, pero hay que suponer que lo tiene estudiado y que espera que los rendimientos serán mayores que los gastos. Nadie pone un euro si no es para sacar dos, aunque no sea directamente.

¿Qué tendrá el deporte para los constructores? ¿Qué beneficios aporta, al margen de la popularidad, que tantos acuden al panal? Eso sí, siempre es mejor que un constructor apueste por el deporte, aunque busque beneficios, a que trate de fichar directamente a un concejal o a un alcalde, como han hecho unos cuantos...

Florentino, al menos, no se ha jugado lo suyo, sino que ha logrado que el Real Madrid, gracias a la reconversión de la Ciudad Deportiva y al marketing, recuperara lo que otros se habían gastado. Núñez fue otro de los constructores futboleros. Y los hay a montones por toda la geografía española. ¿Por amor al arte, sólo por vanidad? Ninguno se va del deporte más pobre de lo que entró y ninguno paga con sus fondos los errores en las fichas ni las primas multimillonarias. No hay límites a los gastos de los clubes ni control sobre lo que hacen. Habría que poner unas normas, como en la NBA, que limiten los fichajes y que igualen un poco el nivel de los equipos para evitar que siempre sean los mismos los que se juegan el título. Sí, ya se que hay siempre algún espacio para la sorpresa porque veinte o treinta millones de euros no justifican que Ronaldiño o Ronaldo, Robinho o Baiano no fallen un gol sólos ante el portero. Pero siempre es más fácil hacer el equipo a golpe de talonario que apostando por la cantera. A golpe de talonario... ajeno, claro.