Allyson Felix no ha perdido la elegancia ni la clase de otro tiempo. A sus 35 años, poco después de ser madre, la atleta americana disputó su última final individual en unos Juegos Olímpicos. Lo hizo con su habitual grandeza para exprimirse y en una remontada final ascender al tercer lugar del podio. Su décima medalla olímpica. Una cifra a la que solo ha llegado otro atleta en la historia: Carl Lewis. Hoy, si Estados Unidos la coloca en el relevo 4x400 es muy probable que caiga otra y Allyson se retire en lo alto de esa clasificación. Sola, intocable.
La americana es un ejemplo, un símbolo. Deportista comprometida desde siempre. En este ciclo olímpico se ha enfrascado en una agria pelea con la multinacional Nike, su compañera de viaje durante tanto tiempo. Sucedió después de un complicado parto que la llevó a un largo periodo de recuperación. La firma presionó y le recordó que “sin marcas no hay patrocinios”. La querían ver pronto en las pistas y corriendo muy rápido. Allyson en su casa no resultaba productiva . Y ella denunció la presión a la que se ven sometidas las atletas embarazadas o que quieren ser madres. Aquello acabó con su relación con Nike, pero levantó un amplio debate en Estados Unidos sobre la actividad de las firmas comerciales y su actitud con muchos deportistas.Otro de esos debates que se hacen necesarios. Tras comprobar que su hija (fue prematura) salía adelante sin problemas, Felix se planteó el objetivo de llegar a los Juegos. Sufrió para clasificarse porque los Trials americanos son casi tan salvajes como los propios Juegos. Y finalmente llegó. En la final de Tokio consiguió la segunda mejor marca de su vida (49,46) solo 20 centésimas más lenta que la mejor, conseguida hace seis años, a los 29, cuando ganó el Mundial en Pekín. Diez medallas olímpicas (otras trece en Mundiales). Desde Atenas han sido cinco Juegos, seis medallas de oro, tres de plata y un bronce. Con nueve, se queda la jamaicana Merlene Ottey, participante en siete Juegos. La final la ganó Shaunae Miller-Uibo (48.36, muy cerca del récord olímpico de Marie José Pérec en Atlanta 96) por delante de la dominicana Marileidy Paulino (49,20s),
Hubo que esperar hasta el final de la jornada para certificar que la figura en el estadio nacional es una jamaicana que corre con una peluca fogosa y convierte en oro cada una de su apariciones. Elaine Thompson-Herah remachó el triplete dorado en Tokio corriendo la segunda posta del relevo 4x100, para acabar con un nuevo récord de Jamaica y por delante de las estadounidenses.
Un calco de la actuación de su alter ego masculino en Río, Usain Bolt. Thompson logró dos oros en Río, en 100 y 200, pero tuvo que conformarse con la plata en los relevos, superado entonces el cuarteto de Jamaica por las estadounidenses. Ayer hizo el triplete de oros y en París tal vez intente igualar a su compatriota con tres victorias en la misma prueba en tres ediciones diferentes. Ninguna mujer ha hecho eso hasta el momento en la historia. Parece al alcance de Elaine Thompson.
Cuarenta minutos antes de los relevos, Siffan Hassan perseguía su segunda medalla de oro, de las tres que se proponía ganar, en el 1.500, 5.000 y 10.000. Con la de 5.000 en el bolsillo, sacó a relucir su desgaste tras dos carreras previas para poder estar en la final de 1.500. Lanzó la carrera y aguantó hasta no poder seguir el cambio explosivo de la keniana Faith Kipyegon y la británica Laura Muir, primera con nuevo récord olímpico, 3.53.11 y segunda con plusmarca nacional. A duras penas pudo amarrar el bronce. La española Marta Pérez acabó en noveno lugar, mejorando su marca personal.
Hassan parece dispuesta a llevar su épico desafío hasta el final. Le quedan 25 vueltas a la pista, hoy mismo, a ritmo de final olímpica para optar al oro en 10.000, en la que previsiblemente las africanas intentarán desgastarla después de cinco carreras en siete días. Además ella suele equivocarse más de lo que debería en las finales porque la estrategia nunca ha sido lo suyo.