Estados Unidos y Australia son las dos grandes potencias en la piscina. En Tokio, prácticamente están acaparando todos los podios. Tantos, que Europa tardó más de una jornada ya no en lograr su primer oro, sino en pisar por primera vez el escenario de ceremonias. Fue la prueba de 100 braza, con el título del británico Adam Peaty, que además fue seguido por el neerlandés Arno Kamminga y el italiano Nicolo Matinenghi, cuando se rompió la tendencia. Ya en la tercera, el_Viejo Continente recuperó terreno y el orgullo con dos dobletes, el británico en 200 libres, una de las pruebas reinas de cada campeonato, y el ruso de 100 espalda, que además acabó con la tradición estadounidense, que no cedía el título en esta prueba desde 1996. Donde más les duele. La natación europea, no obstante, sigue estando en inferioridad de condiciones. En las tres primeras jornadas de finales se pusieron en juego 36 medallas y solo ocho fueron a parar al cuello de sus nadadores —completa la lista la plata del 4x100 libres italiano—, por las 16 de América, las 7 de Oceanía (solo Australia), las 3 de Asia y las 2 de África.

Los dos dobletes tuvieron características similares. A los representantes del mismo país les separaron 4 y dos centésimas, con victorias para, en teoría, los menos favoritos de los dos. Es el caso de los 200 libres en los que Duncan Scott se presentaba en Tokio con la mejor marca de la temporada y después de haber batido a Dean en el selectivo británico, aunque ya por escaso margen. La final, no obstante, se presentaba muy abierta, sin un favorito claro. Fue el coreano Sunwoo Hwang el que tomó la iniciativa, llevándose con él al brasileño Fernando Scheffer y a Tom Dean. Scott, más rezagado, progresó de forma inteligente para lanzar su ataque en el último largo. El asiático pinchó de forma estrepitoso, sin fuerzas, e incluso se quedó sin el récord del mundo júnior, que le arrebató David Popovici, el nuevo fenómeno de la natación, un rumano tan alto como delgado destinado a grandes gestas y que se quedó a las puertas del podio (1.44.68). Mientras, Scheffer se defendía, sin éxito del ataque de los británicos. Scott fue el más rápido, le llegó para adelantar al brasileño (1.44.66), pero no a su compañero de selección. Por dos cuatro décimas —1.44.22 y 1.44.26—, Deano, como le conocen sus compañeros, se quedaba con el título, un premio a unos duros últimos meses en los que pasó en dos ocasiones el COVID.

La misma igualdad se vivió en la final de 100 espalda. El que centraba todas las miradas era Kliment Kolesnikov, que había amenazado el récord del mundo en eliminatorias. Tapado, en la calle dos, su compatriota Evgeny Rylov, más especialista en pruebas de 200, se aprovechó de que en las calles centrales el otro ruso y el estadounidense Ryan Murphy se hacían el marcaje. Hizo una gran salida —dejó muy descolgado al español Hugo González, que iba a su lado, que finalmente remontó para ser sexto (52.78)— y en una llegada de foto finish metió la mano dos centésimas (51.98) antes que Kolesnikov, que se quedó sin oro y sin un récord de Europa que llevaba años rondando. Murphy fue tercero con 52.19.

La de hoy será una mañana intensa para los españoles. A partir de las 12.00 horas, el debut de Lidón Muñoz, la mujer más rápida de España, en 100 libres. Después será el turno de Nicolás García en los 200 espalda, un júnior que este año ha bajado tres segundos su marca para situarse en la elite mundial. Jessica Vall y Marina García serán las protagonistas de los 200 braza, su gran baza, prueba que a la primera ya le ha dado muchas alegrías. Por último, los 200 estilos de Hugo González, vigente campeón de Europa de esta distancia. Parte con la cuarta mejor marca mundial del año. Es un claro favorito. Primera ronda de las tres que le esperan contra sus rivales, Duncan Scott, Michael Andrew, Mitch Larkin, Daiya Seto... primera de tres que espera que le lleven hasta las medallas.