Ha sido una de las grandes protagonistas de los Juegos, aunque esté lejos de los escenarios de competición. Ni la antorcha olímpica, ni las medallas, ni ninguna deportista ha generado tantos comentarios como ellas.

Las denominadas camas anti-sexo de la Villa Olímpica de Tokio han sido -y serán- una de las grandes atracciones de la cita nipona.

Según declaró el comité organizador, fueron diseñadas para soportar el peso medio de un atleta y sus movimientos, evitando tentaciones que pudieran incumplir la distancia social de seguridad. Pero basta con decirle a un deportista que "no puede lograrlo" para que lo intente.

Uno de los primeros en intentarlo fue Rhys McClenaghan. Este joven norirlandés de 22 años es una de las grandes esperanzas británicas en la gimnasia. Pero antes de lanzarse al tapete, decidió desmentir las "fake news" relativas a estos colchones.

Sin embargo, muchas voces apuntaron a que "el peso medio de un deportista" puede variar considerablemente. Es el caso de los 47 kilogramos de Simone Biles o los 117 de Paul Gasol.

Así que por el bien de la ciencia, los futbolistas Jesús Angulo, Adrian Mora y Joaquín Esquivel decidieron ir más allá. Los compañeros de la selección mexicana de fútbol se lanzaron por turnos al colchón, demostrando que este puede aguantar hasta 3 personas -fue denominada la "cama anti tríos"- y los movimientos que se deseen.

Lo cierto es que estas 18.000 camas de cartón fueron presentadas antes del estallido de la pandemia. Buscando la reducción de costes y una mayor sostenibilidad del evento, lo organizadores promovieron el uso de materiales reciclables en la Villa Olímpica.

Sin embargo, el estallido de la pandemia y las estrictas medidas aún vigentes en Japón han hecho que estos dormitorios adquirieran un nuevo sentido.