“Sé que es mi última competición como profesional aunque intento no pensar en ello”. Raúl Entrerríos no quiere darle vueltas a su retirada. Aunque Tokio se presenta como el último gran baile, para él y para una de las mejores generaciones de la historia del balonmano español.

Un grupo que con la pandemia ha visto cómo se alargaba su maldición olímpica. Lo han ganado todo, son temidos, pero les queda saborear la gloria olímpica. De ahí a que Entrerríos, el capitán, decidiera alargar un año más su carrera tras la suspensión de 2020. De ahí, quizás, al regreso de Antonio García y Julen Aginagalde a un grupo del que sorprendentemente se ha caído Joan Cañellas. El catalán abandonó la concentración previa a los Juegos por una lesión y, pese estar recuperado, no ha vuelto a recibir la llamada de Jordi Ribera.

España llega a Tokio como el rival a batir. “Llevamos más de una década siendo favoritos y eso nos tiene que ilusionar y hacer jugar con tranquilidad. Sabemos que mostrando nuestro mejor nivel podremos volver a casa con un metal en el cuello”, asevera Antonio García recordando que no tienen presión, más bien “responsabilidad e ilusión”.

A la vigente campeona europea y bronce Mundial el oro se le resiste. Porque España nunca ha pasado de la tercera plaza olímpica y sabe que partiendo en un grupo complicado como el actual, la dificultad se reducirá a partir de los cuartos, donde se habrá sacado de encima a más de una favorita.

Eso sí, el camino no se antoja fácil. Los Hispanos, que debutan hoy ante la selección germana (9.25 horas), se medirán a Alemania, Noruega, Francia, Brasil y Argentina en una primera fase en la que los cuatro primeros se clasifican para los cuartos de final.