Teresa Portela volvió a estrellarse contra la parte más cruel del deporte. Como le sucediera hace cuatro años en los Juegos de Londres, la canguesa se quedó otra vez a las puertas de su primera medalla olímpica. La palista gallega finalizó en sexta posición con un tiempo de 41,053 segundos la final de K1 200 metros disputada en la laguna Rodrigo de Freitas, una prueba agónica en la que la gallega agotó sus opciones hasta la última palada.

"Intenté darlo todo y aprovechar cada palada al máximo", describió la deportista casi sin aliento al finalizar su regata. "La medalla es lo deseado pero yo valoro la constancia. Para mí estar en la final en mis quintos Juegos Olímpicos me hace estar muy satisfecha", valoró.

La canguesa de 34 años llegaba a Río con la ilusión de lograr lo que tantas veces se le había negado. Esta era su quinta participación en unos Juegos Olímpicos a los que acudía con la ilusión de quitarse la espina que tenía clavada desde que hace cuatro años en Londres se le escapase el bronce por apenas un par de décimas. Desde entonces focalizó todo el Río en un ciclo olímpico realmente especial y que ella aprovechó para ser madre. Después del nacimiento de Naira comenzó a entrenar y en poco más de un año había conseguido el nivel necesario para ser bronce en el Mundial de Milán y asegurar su presencia en Brasil. A la cita llegó en buenas condiciones como acreditó en las series clasificatorias y en la semifinal de ayer. Pero la final y las medallas se resuelven por apenas un par de décimas. La gallega estuvo en la pelea como siempre que compite,pero al final la fortuna volvió a darle esquinazo en el último momento.