David Cal ejerce de monje desde hace meses. Vive encerrado con su inseparable Suso Morlán en Cervo (Lugo) el lugar del que ya son habituales y donde más facilidades encuentran para hacer la clase de entrenamiento que necesitan. Allí recrean las condiciones que les esperan en el canal londinense, junto a la exclusiva Universidad de Eton. Un escenario que no les agrada especialmente porque, según han explicado de forma repetida, el viento suele castigar especialmente a los palistas zurdos y David Cal lo es. En Cervo trabajan en una pista con forma de T lo que les permite variar el entrenamiento y poder simular las diferentes condiciones que se pueden encontrar en Inglaterra cuando el 6 de agosto entre en competición y, sobre todo, el 8 de agosto, la fecha en la que el canoísta gallego puede llevar su palmarés donde nadie imaginaba.

El palista aspira a convertirse en Londres en el primer deportista español en colgarse del cuello cinco medallas. Nadie lo ha hecho antes. Ahora mismo marcha igualado con la tenista Arantxa Sánchez Vicario y con el ciclista Joan Llaneras. Los pronósticos dicen que de la cita de este verano Cal saldrá convertido en un mito del deporte gallego y español. Mucho más de lo que ya es e infinitamente más de lo que se podía pensar cuando con 21 años apareció en Atenas en su primera participación olímpica (a Sydney acudió como suplente para abrir mucho los ojos y aprender de quienes eran sus grandes héroes como el alemásn Dittmer). En Grecia llegaron un oro en 1.000 metros y una plata en la distancia de 500 metros. Hace cuatro años la cosecha se amplió con la plata en ambas distancias.

El cambio en la reglamentación ha sido un problema para David Cal con respecto a la cita de Pekín hace cuatro años ya que le impedirá doblar. La Federación Internacional tomó la decisión de suprimir la distancia de 500 metros en C1 e incluir la explosiva de 200 metros. David Cal lo intentó pese a todo aunque es como si un atleta trata de competir en los 100 metros y en los 5.000 metros. Casi son deportes diferentes que exigen entrenamientos distintos. En 1.000 metros no tuvo problemas en clasificar, pero en los 200 apareció Sete Benavides –el nuevo talento del piragüismo español–para cerrarle la puerta de las grandes competiciones. Ahí se apagó la posibilidad de doblar en Londres. Bueno por un lado, malo por otro. Eso le ha permitido exprimirse en el entrenamiento del kilómetro, machacar una distancia en la que se siente como pez en el agua y donde solo espera que el viento no le impida imponer su mejor ritmo y no le lastre por ser un piragüista más ligero que la mayoría de sus grandes rivales. Cal sabe de sus opciones y también de su responsabilidad. Lo confiesa de manera abierta cuando dice que "sé que tenfgo posibilidades y creo que si no tuviera opciones de medalla no soportaría estos cuatro años de duros entrenamientos. En el Mundial me demostré que podía estar en el podio y creo que tengo opciones". Por eso no tiene inconveniente en esconderse en Cervo junto a su entrenador y que Morlán regule el turno de visitas incluso de sus padres y su novia. Es lo que cuesta convertirse en una celebridad. El 8 de agosto espera agigantar una leyenda que comenzó a construir en los Juegos de Atenas de 2004.