Clásico recuperado
'Luz de luna': la serie de ensueño rescatada en Filmin por Navidad
En marzo se cumplen cuarenta años de este cruce de comedia y drama con Cybill Shepherd y Bruce Willis como pareja de detectives en constante lucha romántica
Juan Manuel Freire
Para demostrar que la televisión ambiciosa y adulta no empezó con 'Los Soprano', pocas series mejores que 'Luz de luna' (rescate de Filmin desde el martes, día 24), aquel imaginativo cruce de comedia loca de los cuarenta y procedimental detectivesco de su época, los ochenta, cuando 'Corrupción en Miami' marcaba la pauta en terreno de 'thriller'. Que una serie cruzara lo cómico con lo dramático no era tan habitual por entonces; hablamos de un ejemplo pionero de lo que ahora llamamos dramedia. En 1986 se convirtió en la primera en estar nominada tanto en drama como en comedia en los Premios del Sindicato de Directores; se quedó el de la primera categoría.
El próximo 3 de marzo se cumplirán cuarenta años del estreno en ABC (en España empezó a verse en octubre de 1986 en Televisión Española) de esta atrevida creación de Glenn Gordon Caron, antes guionista-productor de 'Remington Steele' y después creador de 'Médium'. El ejecutivo de ABC Lewis H. Erlicht le había pedido una serie de detectives. Caron quería hacer un romance. Acabó siendo ambas cosas. Cybill Shepherd interpretaba a la modelo Maddie Hayes, cuyo mundo quedaba boca abajo después de que su contable le birlara todo su dinero. O, como mínimo, todo el líquido: aún son suyas un puñado de empresas que fueron creadas para deducir impuestos y que debe cerrar cuanto antes, entre ellas la agencia de detectives liderada por el fanfarrón encantador David Addison (Bruce Willis), con el que acabará formando equipo y entablando un acercamiento romántico nada sencillo, cargado de tensión erótica y de lucha de sexos y egos.
Los que se pelean se desean
'Luz de luna' convertiría en toda una estrella, después también de cine, al por entonces poco conocido Willis, además de relanzar a Shepherd después de una década de cierta travesía por el desierto. Curiosamente, Caron tuvo que luchar a brazo partido con ABC para que le permitieran fichar al futuro John McClane en el piloto; según explicó el creador, en la cadena no creían que la tensión sexual entre Shepherd y Willis fuera a ser creíble.
Pero lo era plenamente, aunque se pelearan de esa manera, o precisamente por eso: solo en el primer episodio, Maddie da una bofetada y un puñetazo y tira un teléfono a David, pero también bailan pegados 'Since I fell for you' en versión de Lenny Welch. Los personajes raramente se escuchan, dado que suelen hablar ambos a la vez, lo que explicaría en parte que los guiones de cada episodio fueran casi el doble de gruesos que los de una hora de tele normal. Es fácil pensar en las comedias clásicas de Howard Hawks, referencia que introdujo en la serie la propia Shepherd al animar al equipo a ver 'La comedia de la vida', 'La fiera de mi niña' y 'Luna nueva'. El influjo del Hollywood clásico se extiende a una fotografía de vieja escuela de la que se encargó Gerald Finnerman, operador de cámara en 'My fair lady' y, poco después, joven director de fotografía de 'Star Trek'.
Fantasía e ilusión
Pero las referencias de Caron iban aún más atrás en el tiempo. El episodio 'Shakespeare atómico', séptimo de la tercera temporada, era nada menos que una apropiación de 'La fierecilla domada', diálogos en (sobre todo) pentámetro yámbico incluidos. Maddie y David eran para el creador como reflejos de los Kate y Petruchio de Shakespeare, o más en concreto, los que Meryl Streep y Raúl Julia interpretaron una vez en Central Park.
No fue el único capítulo especialmente especial: ahí queda el carísimo (dos millones de dólares, algo insólito para esa época) 'La secuencia del sueño siempre llama dos veces', con dos elaboradas secuencias oníricas filmadas en película de blanco y negro; Orson Welles se encargaba de la introducción. Por la serie, dicho sea de paso, se pasearon también como invitados Tim Robbins, Whoopi Goldberg, Pierce Brosnan (en el papel de Remington Steele), Peter Bogdanovich (ex de Shepherd, como él mismo) o Demi Moore (aún esposa de Willis en ese momento).
A partir de la segunda temporada, nuestros héroes podían romper la famosa cuarta pared, hablar directamente a cámara y demostrar que son conscientes de estar en una teleserie. Al principio de un episodio leían una carta de fan que imploraba que los protagonistas se liaran de una vez. "No será esta noche", replicaba David/Bruce. "He leído el guion". Cosas así parecen normales en un mundo donde existen 'Fleabag' o 'Esto te va a doler', pero no eran tan comunes en los años ochenta. Y no, por entonces todavía no se había estrenado la cumbre metaficcional 'It's Garry Shandling's show'.
El hundimiento
Después del episodio más esperado de la tercera temporada (uno visto por 60 millones de personas solo en Estados Unidos), los datos de audiencia empezaron a bajar. Tampoco ayudó que en la cuarta temporada Shepherd y Willis pasaran más bien poco tiempo juntos en pantalla: aparte de que se odiaban, por aquella época ella estaba embarazada de gemelos y él rodaba la primera 'Jungla de cristal'. Los guionistas trataron de compensarlo convirtiendo a la recepcionista Agnes DiPesto (Allyce Beasley) y el ayudante Herbert Viola (Curtis Armstrong) en especie de nueva pareja principal, pero no fue suficiente. Tampoco sirvió de mucho que en la quinta temporada casaran súbitamente a Maddie con otro hombre, Walter Bishop (Dennis Dugan); seguramente los fans de siempre solo sentían frustración por no ver juntos, aunque fuera con problemas, a aquellos amantes imperfectos. Al menos el episodio final fue interesante: un desmantelamiento total del artificio que no desgajaremos para no fastidiar a los neófitos suscritos a Filmin.
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