Tras casi año y medio de espera, por fin el pasado miércoles se estrenaron en TVE1 los primeros capítulos de “Fuerza de Paz”, una serie aguardada con grandes expectativas y cuyo papel protagonista masculino está interpretado por Martiño Rivas (Vimianzo, 1985), aquel chaval que empezó a ser conocido en “El internado” y que combina sin problemas teatro, cine y televisión. Dicho esto, también suele encabezar los rankings de los hombres más guapos de España y es hijo de uno de nuestros mejores escritores contemporáneos, Manuel Rivas.

–Cuando la productora de “Fuerza de Paz” lo llamó para el reparto querían que interpretase otro personaje. ¿Por qué se empeñó tanto en ser el sargento Ignacio Moreno.

–Creo que Ignacio es, de todos los personajes de la serie, el que tiene un conflicto interior más potente. En cuanto leí el guion, sentí un extraño vínculo con él, como si fuese un imán que me atraía inevitablemente. La llamada era tan fuerte que hasta me sentí en la obligación de pedir que me dejasen interpretar a ese personaje…y al final lo conseguí.

–¿Y con qué le atraía ese imán?

–Ignacio es un personaje que se sale bastante de todos los que yo había interpretado, al punto de que para mí ha sido la primera oportunidad que me han dado de encarnar a un villano, un malvado.

–Un malote.

–Un malote, sí, pero con el que conecté inmediatamente.

–Es malvado pero con trasfondo enigmático…

–Es que Ignacio no es malo porque sí. Tiene sus razones. Es un hombre que de alguna manera se ve obligado a actuar así, a estar en el lado oscuro…pero ¡bueno! No sigo porque igual destripo demasiado la historia.

–¿Y qué le ha dado Martiño a Ignacio?

–Pues, mira por donde, pienso que algo muy nuestro, la retranca, la ironía gallega, un peculiar sentido del humor que a veces solo entendemos en Galicia. Yo quería que Ignacio fuese un malo que, por su modo de ser, no tuviese que caer necesariamente mal.

–Ignacio es un militar. ¿También se preparó usted para eso?

–Sí, sí, y bastante a conciencia, porque la productora nos llevó a conocer a militares profesionales, incluso a convivir y hacer la instrucción con ellos en Huesca. Fue una preparación bastante intensa en ese sentido. Como si hiciese una “mini–mili”, vaya.

–¿Y les dio resultado?

–Pues no sé si a nivel de rigor académico lo conseguimos, pero desde luego lo intentamos. Y de lo que estoy completamente seguro es de que esa fase concreta de la preparación nos ayudó mucho a “hacer grupo” y eso muy probablemente se percibirá de inmediato en la pantalla.

–Ignoro cómo acabará la tensa relación entre su personaje y el del Silvia Alonso pero en principio es de choque frontal, una colisión entre un hombre y una mujer ¿Eso es un reto o una dificultad añadida para la interpretación?

–El reto fue hacerlo con Silvia, que es una gran actriz y una estupenda compañera, con la que tenía muchas ganas de trabajar. Pero no una dificultad añadida. Un reto es conseguir realizar un trabajo honesto y que responda a lo que te pide la trama. En realidad, toda interpretación es un reto en sí misma.

–Se viene hablando de “Fuerza de Paz” desde hace año y medio, ¿siente que se han generado demasiadas expectivas?

–La verdad es que lo que tanto mis compañeros como yo sentimos es un cierto grado de cabreo con todo este asunto de los retrasos y con tanto mareo de fechas. Pero bueno, es lo que hay.

–El hecho de haber estado en Londres le acercó a comprobar cómo se trabaja allí con las interpretaciones.¿Que tienen los actores ingleses que no tengan los españoles?

–En primer lugar, ellos tienen un sistema académico que lleva implementado desde hace siglos. Se trata de una tradición de escuelas de las que aquí hemos carecido, paliando este vacío con una aprendizaje autodidacta. Y, después, claro, tienen algo muy importante, que es que al oficio de actor en Inglaterra se le tiene un respeto sagrado, y los intérpretes gozan de una dignidad y un prestigio que en otros lados no se acaban de reconocer…aunque no te voy a negar que en los últimos años he percibido un leve a cambio de mirada hacia nuestra profesión. Y, por último, es que los ingleses son muy especiales, son personas dotadas de una dualidad muy difícil de encontrar; su idiosincrasia les permite pasar en un instante de la sensibilidad y la delicadeza extremas a la ferocidad más desalmada. Para mí, junto a su técnica, poseen la mejor cualidad que puede tener un actor, que es la incertidumbre. Con ellos nunca se puede saber que es lo que va a pasar inmediatamente después.

–Con los fichajes de directores y guionistas no falta quien opine que el mejor cine que se hace ahora en Estados Unidos lo encontramos en sus series de TV. ¿En España también?

–Esa es una tendencia a nivel mundial y abarca a todos los profesionales del audiovisual. Lo que marca la diferencia, claro, son los presupuestos, y en eso sí que estamos aún muy lejos de los americanos.

–Ahí le van tres actores: Humphrey Bogart, Marlon Brando y Robert De Niro. ¿con cuál de ellos se siente más identificado?

–¡Uf! ¿Esta pregunta ta la soplaron?

–No, me he limitado a citar a tres grandes, ¿por què?

–Es que, verás, yo soy muy fanático del cine negro ¿sabes? En ese sentido, Bogart para mí representa como mi entrada en el cine cuando estudiaba Audiovisuales en Santiago. Estaba enamorado de las películas de gánsters inspiradas en los años 20 y 30 y me pirraba no solo por Bogart, sino también por James Cagney, Edward G. Robinson…Marlon Brando es de otra época posterior pero, claro, es otro grande…¿Cómo no admirarlo?

–¿ Y De Niro?

–Es una versión 2.0 del propio Marlon Brando. Eso sí, De Niro tiene una capacidad para componer personajes que nunca antes se había visto.

–O sea, que se queda con los tres.

–Es que los tres muestran una personalidad tan tremendamente fuerte que se nota a primera vista cada vez que asoman por la pantalla. A mí lo que me gustaría es tener muchas cosas en común con los tres.

–¿Cree que sería capaz de hacer olvidar al público que es hijo de Manuel Rivas si le ofreciesen un papel de protagonista en la adaptación de una obra escrita por su padre?

–Me gustaría muchísimo, me encantaría. Yo siento una gran admiración hacia los escritores y soy de los que pienso que sus voces deberían tener más presencia mediática. Pero el cine es el cine y la literatura es literatura, así que lo más posible es que si interpretase un personaje creado por mi padre lo más seguro es que la mayoría del público no haya leído el libro antes. ¡Ojalá valiese para que al menos lo leyesen después!

–No me negará que es usted todo un sex symbol. ¿Acaso su personaje en “Fuerza de Paz” marque el inicio de un esfuerzo por que se le deje ver como el Martiño Rivas guapo y se le empiece a valorar como el Martiño Rivas actor?

–Ojalá que la gente fuese más flexible a la hora de valorar mis interpretaciones, y si es a partir de “Fuerza de Paz”, pues cojonudo. De todas formas yo no soy partidario de dividir mi trayectoria, ni mi vida, entre un antes y un después. Lo que me toca es seguir trabajando e intentar demostrar que esta guitarra, que soy yo, tiene más cuerdas de las que alguna gente solo aprecia a primera vista.