Tú y yo somos tres
La crítica de Monegal: Este mosén es un canalla, para la tele es ideal

El caso del cura violador (‘Espejo público’). / Antena 3
Ferran Monegal
El cura abusador sexual de feligresas sigue encabezando el ranking de atención televisiva. Sobre todo los programas de la mañana, del mediodía y de la tarde. Desplazan redactoras y cámaras a Melilla, a Yunquera, a El Burgo, a Velez Málaga... En la mayoría de exposiciónes no se avanza con informaciones nuevas. En muchas ocasiones es un bucle que se va repitiendo para ir rellenando programas. O sea, este mosén es un canalla absoluto y total pero, bien mirado, para la tele es ideal. Lo repugnante del caso se transforma en cualidad.
Este sacerdote, de nombre Francisco Javier Cuenca, alias Fran, tiene unas características personales muy atractivas para ser dibujado en la pantalla. Tiene, si me permiten, un ‘gancho’ espectacular. A su condición de agresor sexual une el ‘modus operandi’ de miserable intoxicador con sustancias, para sedar a sus víctimas y anularlas. Añadamos que se le han descubierto, por ahora, dos novias. Sumemos que es hijo de una mujer, Paqui, que fue monja de la Orden de Santa Clara. Y para redondear el cuadro, se trata de un mosén trashumante, sin parroquia propia, que desde 2017 circula por iglesias de diversos municipios, favoreciendo la diseminación de los abusos.
He visto en el programa de Ana Rosa ‘TardeAR’ (T-5) que han hablado telefónicamente («¡Exclusiva! ¡Exclusiva!») con la novia del mosén, la que le ha denunciado. Ella lloraba. Apenas se la entendía. En ‘Espejo público’ (A-3) Susanna Griso mandó cámaras a Melilla, y a Yunquera, poniendo el micro al vecindario. «En este patio hacía las fiestas. Hacía bastantes. Y hasta muy tarde» decía un melillense que pasaba por la calle. Susanna, advertía, indignada: «Que un cura organice fiestas hasta la madrugada es llamativo. Pero que tenga dos novias ¡es motivo de excomulgación!».
Esta repulsión que les invade está justificada. No es para menos. Pero conlleva también una delectación que les empuja a llenar horas y horas removiendo el engrudo podrido del cura Fran, con el único objetivo de elevar la cuota de adicción a la pantalla. Sería más útil, una vez expuesto el caso, que todas estas escuadras de cámaras se plantasen ante el obispado de Málaga y les sacasen los colores a las autoridades eclesiásticas. Desde 2017 han optado por ir trasladando al cura, de parroquia en parroquia, en lugar de llevarlo inmediatamente a la comisaría más cercana.
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