Miguel Ángel Revilla fue el último invitado de 'Joaquín, el novato'. El presidente de Cantabria compartió un rato agradable con el futbolista y le dio algunos consejos para convertirse en un político de altura. Habló de su carrera, sus años en política y se emocionó con la visita de su mujer y su hija. Pero también desveló un episodio que estuvo a punto de poner fin a su cargo.

"Me invitaron a la boda de los Príncipes, actuales Reyes. Aurora y yo íbamos de punta en blanco. He ido a muchas bodas y, aquí, en Cantabria, se tira la casa por la ventana. Empiezan a sacar platos como locos", empezó contando.

"Me fui a la mesa a ver qué había. Me mosqueé porque vi escrita poca letra y rara. Era un crêpe de croie a las finas hierbas, que al final era un canapé muy pequeño". "Yo hablé bien de la boda. De que la reina Letizia iba guapísima y que todo estaba muy organizado, pero también dije que a las siete de la tarde me tuve que comer un bocadillo". Unas palabras que corrieron como la pólvora y le costaron un disgusto.

Su confesión llegó a 'Crónicas marcianas', programa que por aquel entonces conducía Xavier Sardá en Telecinco.  "Yo no vi el programa, pero seis millones de personas sí. Fue un programa de una hora dedicado a mí. Esa noche había un tribunal en plató en el que se decía "esto pasa por invitar a gente de pueblo". El único que me defendió fue Boris Izaguirre", 

Al día siguiente recibió una llamada. "Miguel Ángel, te lo dije, la televisión iba a acabar contigo", le dijeron. "A las doce y media de esa mañana iba a presentar la dimisión, pero antes iba a ir a un acto en la Universidad Menéndez Pelayo, que le daba a Vargas Llosa una medalla de oro. Al bajarme del coche oficial, que me temblaban las piernas, oí un aplauso general. Pensaba que era para Vargas Llosa, pero no. Era para mí. Palabra de honor". El cariño que recibió hizo que se planteara su decisión y continuara su carrera política hasta día de hoy.