Un asesino llamado “la Serpiente”. Turistas convertidos en víctimas tras cruzarse en su camino. Y Asia como escenario de una oleada de crímenes que conmocionaron a su población entre los años setenta y ochenta. No se trata de un nuevo hit literario de suspense, sino de la historia real del asesino francés Charles Sobhraj, de ahora 77 años. Su vida ha inspirado una serie producida recientemente por Netflix y la BBC y anteriormente obras literarias y cinematográficas. La verdad es que no es para menos. Su historial de asesinatos y fugas hace que sea inevitable que uno se pregunte: ¿Quién fue este hombre?

BBC Mundo ha tratado de responder a ello explicando que se mudó de su Saigón natal de pequeño, cuando su madre se casó con un militar francés. Se instalaron en Marsella y antes Sobhraj había vivido algo que, probablemente, le perturbaría para siempre: fue rechazado por su padre negándole la paternidad. “Haré que te arrepientas de haber faltado a tu deber como padre”, escribió en su diario, como si estuviera presagiando las atrocidades que estaban por llegar. No se equivocó.

Todo empezó en la adolescencia, cuando se dedicó al asalto callejero y al robo de coches en París. Pasó por varios reformatorios, pero aquello no sirvió para alejarle del mundo del crimen. Siendo mayor de edad, volvió a la cárcel y, al salir, fue arrestado de nuevo por robar un coche. A los 30 años, ya estaba en Tailandia. Ya había convertido a este país en el nuevo escenario de sus crímenes. “La especialidad de Charles Sobhraj era asesinar a los hippies que venían a descubrir Asia", indicó hace unos años en VICE el escritor Gary Indiana, que le conoció en los ochenta.

El modus operandi del asesino y su cómplice y pareja de entonces, Marie-Andrée Leclerc, partía de químicos: drogaban a las víctimas y luego les quitaban sus pertenencias, como detalla BBC Mundo. También explica que Sobhraj las mató a base estrangular, golpear o quemar y que, en ocasiones, él y Leclerc las secuestraban durante días y les robaban los pasaportes para huir a otros países donde seguir matando"Era un hombre de múltiples identidades: era un intelectual israelí un día y el otro un vendedor de telas libanés, y recorría Asia buscando a sus presas", recordó en el mismo medio Indiana al hablar de unas huidas que fraguaron el nombre que le daría su mala fama: “la Serpiente”. Está claro que tenía la virtud de ser súper escurridizo, y eso también lo demostró escapando de cárceles de Afganistán, Grecia, Irán e India.

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A pesar de que había sido acusado de 20 asesinatos, no fue hasta agosto del 2004 cuando fue condenado por ello. Actualmente pasa sus días en una cárcel de Nepal y, tras conocer parte de su historia, nos surge otra pregunta: ¿Por qué mató a tanta gente? No hay respuesta que aclare esto al 100%, pero algunas de las personas que siguieron su trayectoria, apuntaron que el motivo puede residir en sus traumas. Uno de ellos es Herman Knippenberg, un diplomático holandés, que empezó a investigarla tras la muerte de su pareja. "Las víctimas no le obedecían fácilmente. Al resistirse a sus proposiciones, revivía el rechazo de su infancia", señaló, según BBC Mundo, Knippenberg a un periodista británico llamado Andrew Anthony.

Aunque, sea por la razón que sea, lo que sí se sabe es que hoy que “la Serpiente”, de momento, no quiere rendir cuentas públicamente. Como reveló el rotativo británico Sunday Mirror tras hablar con él en marzo, sigue defendiendo su inocencia, como si no hubiese adoptado incontables rostros e identidades con un único objetivo: destrozar vidas.