Concha Velasco, la eterna chica yeyé que cuenta con más de 30 premios -entre ellos el Goya de Honor en 2012- irradia la seguridad de una actriz que ha llegado a lo más alto y que rechaza ser un "ave fénix". ¿Cómo serlo, si nunca he sido ceniza?, dice.

Los ojos brillantes y una enorme sonrisa pintada de rojo describen el rostro de Concha Velasco, que afronta a partir de este jueves uno de los retos más importantes de su carrera: dar vida a la vengativa Hécuba de Eurípides en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida.

No es la primera vez que acude a la llamada del Teatro de Mérida ya que el pasado año participó en Hélade. Sin embargo, será la primera vez como actriz principal para dar vida a Hécuba, papel que, según confiesa en una entrevista con Efe, nunca le hubieran ofrecido si no lo hubiera pedido ella.

El personaje que representa es el relato de la venganza y de cómo alguien llevado al límite llega a perder la dignidad.

En absoluto considera que ella haya llegado a esa situación, aunque reconoce que puede haber tenido "sus problemas". No en vano, hace unas semanas confesó haber estado "amargada" e incluso haber atravesado alguna que otra depresión.

Hécuba es, para Concha, "un reto" y un personaje que le impacta como actriz y persona, una tragedia clásica que por primera vez tras más de 60 años en los escenarios se atreve a representar porque considera que antes "no estaba preparada".

La historia de una mujer que pierde su dignidad y se "venga como una perra" pese a ser culta y estar preparada y, esto, "no se le puede permitir al ser humano", asegura.

Para dar el paso al frente han tenido que pasar años y obras teatrales, muchas desde aquel debut con apenas diez años con el Ballet Nacional, donde recuerda que con su primera aparición consiguió una matrícula de honor y que le abrieran una cartilla con 75 pesetas.

Rodeada de los más grandes, siempre ha dicho que los personajes hay que colgarlos en la percha del camerino, algo que no ha conseguido en esta ocasión y que le ha supuesto convertirse en una "señora muy pesada" que recita fragmentos del texto de Eurípides a su familia.

Se califica como una actriz preparada para representar este texto, que se representará durante diez días en el Teatro Romano, aunque confiesa que no solo ha tenido que aprenderse el guión. También "había que desentrañarlo".

En las distancias cortas se muestra segura de sí misma y reconoce que está acostumbrada a "perseguir" a directores, productores y autores porque no le gusta estar en su casa esperando a que suene el teléfono.

Trabajadora incansable, asegura estar jubilada, pero no retirada -que son cosas distintas, advierte- y le da "pena" pensar que a su edad le quede "poco por hacer" en el cine.

Pero su espíritu luchador no se apaga con los años y durante la entrevista reconoce que si le ofrecieran los papeles que tiene el británico Michael Caine "sería la mujer más feliz del mundo".

"Mira ya estoy pidiendo yo que me den un trabajo de ese tipo", sonríe.

Su carrera profesional en el teatro, el cine y la televisión la ha llevado "muy bien" aunque su vida le "cuesta más". "Es como es", dice.

El teatro la ha visto crecer y, a través de él, se puede ver su evolución, una carrera "espléndida" y muchos años de experiencia para ahora atreverse con los clásicos, aunque no para resurgir, porque asegura que es una de las actrices que "más trabaja en este país y con muchísimo éxito", dice entre risas.

En noviembre cumplirá 74 años y a esta actriz jubilada, pero no retirada -insiste-, aún le queda camino por recorrer.

Amante de los cambios, tiene su experiencia y su pasado muy presente lo que le ha servido para sentirse capaz de subirse al Teatro Romano de Mérida y dar vida por primera vez en su trayectoria a una tragedia clásica, Hécuba, de Eurípides.