García Aguado ha sido uno de los mejores waterpolistas españoles: campeón olímpico, del mundo, siete veces campeón de liga, seis veces campeón de la Copa del Rey... Sin embargo, su adicción al alcohol y a las drogas le obligó a abandonar su carrera como deportista de élite para ingresar en una clínica de desintoxicación. Totalmente recuperado y después de formarse en áreas como la programación neurolingüística y en técnicas de superación y motivación, se ha hecho muy popular como conductor del programa Hermano Mayor, de Cuatro. De su programa se extrae la conclusión de que no hay ningún chaval tan perdido o descarriado que no pueda o merezca volver a tener una vida normal. ¿Es así?

Todos merecemos oportunidades, pero la verdad es que existen algunos casos difícilmente reconducibles por diversos factores, ya sean problemas en el entorno inmediato, problemas psiquiátricos u otros. Se hace casi imposible ayudar si no es con la ayuda de medicación.

¿Todos merecemos una segunda oportunidad o hay casos donde la maldad, por decirlo de algún modo, se instala como una enfermedad crónica?

La maldad es un trastorno del ser y como tal hay que tratarla. No me he encontrado con ningún caso de maldad en el ser, sí en el comportamiento.

¿Cuáles son las claves para que un niño crezca feliz?

Si las supiera tendría la solución a muchos problemas y eso sería genial, pero solo puedo hablar de lo que, por la experiencia de lo que voy viendo, pienso que sería bueno que todos los padres hiciéramos con nuestros hijos e hijas: Dar mucho cariño, del bueno, no del material. Ayudarles a que sepan manejar la frustración. Ser comprensivos, pero nunca permisivos. Ser protectores, pero nunca sobreprotectores. Ser atentos y estar atentos a cómo van creciendo y qué aspectos de ellos se podrían considerar fortalezas y, por el contrario, saber y conocer cuáles son las debilidades y, por lo tanto, las amenazas a las que se van a enfrentar, para así dotarles del mayor número de recursos para lidiar con las adversidades y los logros sin caer en actitudes de riesgo.

En su caso personal y en el de muchos de los chavales que trata, el dolor y el sufrimiento les han hecho crecer como personas y comprender mejor a quienes son infelices. ¿Un exceso de protección puede ser contraproducente para el crecimiento personal?

¡Absolutamente de acuerdo!

¿Cree que un adulto, antes de tener hijos, debería pasar algún tipo de curso de formación sobre la tremenda tarea de ser padres?

Deberíamos pasar un curso en el que se nos hablara del significado de la palabra responsabilidady de lo que realmente significa educar: ayudar a nuestros hijos a ser responsables y capaces de valerse por sí mismos llegados a una edad.

¿Los casos son tal y como se muestran en el programa?

Son aún peores de lo que se muestra, hay contenido que evitamos por su dureza. Si la pregunta es si es real, sí, lo es. Lamentablemente hay más casos de los que sería deseable.

¿Hemos pasado de un exceso de castigo en aulas y hogares al extremo contrario, es decir, padres y profesores que no tienen ningún tipo de autoridad para disciplinar a sus hijos y alumnos?

No creo que la disciplina merme la autoestima de nadie, quizá todo lo contrario. Lo de la letra con sangre entra está demostrado que no funcionaría en la actualidad, pero tampoco funcionan, y es un hecho probado, los padres colegas y los profesores amigos. Para ganarse el respeto de un joven no hay que ser su amigo, sino un buen referente en el que se puedan fijar para imitar.

¿Todos los casos que vemos en su programa acaban bien?

A todas las familias las hemos llevado a un punto de encuentro desde donde construir su nueva vida.

¿Hacen un seguimiento para saber si el cambio es definitivo o vuelven a las andadas?

Ese ya no es nuestro objetivo. El programa termina donde termina, después son las familias las que deben poner en práctica lo aprendido. Aun así, tanto Sonia Cervantes como yo hacemos seguimiento de algunos chavales.

En el programa viven situaciones realmente angustiosas, sobre todo cuando dicen a los padres, cara a cara, que lo están haciendo mal o cuando los chavales se ponen violentos con usted o sus familias.

¿Qué es lo más duro del proceso de Hermano Mayor?

Pensar que esas personas ya daban por hecho que vivir así era lo normal, unos por sentimiento de culpa (los padres) y otros cargados de razones (los jóvenes). Rendición y seguir sin comunicación alguna. Una pena.

¿Habrá programa por muchas temporadas?

Ni idea. Disfrutemos de esta quinta temporada y la cadena decidirá.