Acaba de ser distinguido por sus colegas de la Asociación de Actores de Galicia con el Premio de Honor 2010. Gonzalo Uriarte (A Coruña, 1952) dice que es un galardón a todos los de su generación, los pioneros del teatro gallego que hace 25 años formaron la asociación.

-Enhorabuena. ¿Un premio de honor envejece?

-¡Nooo! Este premio, que coincide con el veinticinco aniversario de la fundación de la asociación, aunque me lo hayan dado a mí, considero que es a toda una generación que en 1985 la formamos con muy pocos miembros y fue creciendo.

-¿Cuántos eran?

-Unos veinte. Las primeras reuniones eran en El Bodegón del hotel Compostela de Santiago.

-¿Le alegra ser premiado por sus propios compañeros?

-Siempre es un gusto que te premien tus colegas de profesión y, en cualquier caso, recibir un premio te honra, te alegra y te da fuerzas para seguir adelante.

-Empezó en el teatro, hace series de televisión y cine, ¿qué le gratifica más?

-Aunque en todos está el actor, la recreación de un personaje, la interpretación, la forma de trabajar es distinta en cada medio pero quizá sea el teatro, que es el más artesanal y permite una mayor preparación del papel, rectificar y recomponerlo.

-¿Hay buenos actores de teatro en Galicia?

-Somos los mismos. Yo creo que hay muy buenos actores en Galicia y el mayor exponente estos días es Luís Tosar. Tosar hizo mucho teatro.

-¿Por qué habiendo buenos actores los espectáculos resultan un desastre y no llenan las salas? Salvo casos como el de Hamlet.

-Yo acabo de estar tres días en el Teatro Rosalía Castro con O xogo de Yalta-After Play, de Teatro do Atlántico, y los dos primeros días llenamos. El tercero, ya no, es cierto, pero bueno, tampoco es el panorama que usted describe, no es un desastre. Yo hacía Horacio en Hamlet, con Luís [Tosar, en 2007] y, efectivamente, fue una experiencia fantástica. Fue una gira de casi tres meses y hubo lleno absoluto y problemas para conseguir entradas en todas las funciones.

-¿Es el tirón Luís Tosar?

-Por supuesto, está clarísimo. Y una determinada manera de hacer promocionar el espectáculo.

-Empezó a hacer cine en 1989 con Continental, la película con que irrumpió el cine gallego.

-Como largometraje, sí.

-¿Se ha quedado de eterno secundario?

-A mí me parece un lugar muy honroso. No todo el mundo tiene por qué hacer protagonista. Lo importante es que te ofrezcan un personaje, sea del tamaño que sea, y ser capaz de sacarlo adelante con dignidad.

-¿De qué papeles está más satisfecho?

-No sé. En cine, quizá, el personaje del sastre en A lingua das bolboretas, el padre de Monchiño. En teatro, estoy muy contento con el personaje que estoy haciendo ahora en O xogo de Yalta-After Play, pero podría decir otros muchos.

-Celda 211 está plagada de actores gallegos, pero falta usted.

-Como también falto en muchas otras producciones que se hacen en Galicia. Llevo seis años trabajando en una serie de TV que es un fenómeno bastante insólito, vamos por el capítulo 240, Libro de familia, que, después de seis años, tiene muy buena audiencia. Y eso ocupa tiempo, no puedes estar haciendo otras cosas.

-¿La política audiovisual y de las artes escénicas de la Xunta?

-Casi todos los pasos que da la Administración son forzados por la presión de la profesión, es una pugna permanente. Las Administraciones suelen tener bastante desconfianza y falta de interés.

-¿Qué es lo más urgente?

-Que los espectáculos tengan una estancia más prolongada en las ciudades y políticas de promoción y difusión del teatro para animar a los públicos a que asistan.

-El Centro Dramático Galego (CDG) sigue sin tener director.

-Yo no sé qué va a salir de este experimento, desconfío. Está muy bien que el director del CDG sepa inglés, pero yo creo que el CDG tiene que ocuparse del teatro gallego, difundir lo que se hace aquí y mostrarlo fuera, y servir para programar espectáculos foráneos. Hasta ahora todos los directores del CDG salieron de los profesionales gallegos y me temo que ahora no va a ser así. Podemos llevarnos la sorpresa de que venga un señor que no tenga nada que ver con la realidad de este país, con Galicia, con el teatro de aquí, con los autores de este país.

-¿Empezó en el teatro haciendo de paje a los siete años?

-Mi padre, Gonzalo Martín Letamendía, estaba en una compañía de teatro aficionado que había en A Coruña, La Farándula, dirigida por Luis Iglesias de Souza, y, en una de estas funciones, en La venganza de don Mendo, salí de paje. Fue mi primera salida a un escenario.

-De mayor, fundó con Antonio Simón el grupo Aspasia.

-Sí, eso fue en el colegio. Montábamos obras propias en la línea del teatro del absurdo.

-Luego vino Troula y la intención de hacer teatro en gallego.

-Estuve en la Universidad, hice teatro aficionado durante dos o tres años, luego me desvinculé y, al acabar Filosofía y Letras, vi que no me satisfacía la perspectiva de profesor de instituto. Eduardo Alonso, Xulio Lago, Antonio Simón, Luma Gómez y otros se habían ido a Madrid con la pretensión de hacer teatro profesional, pero a partir de 1977 regresaron para hacer teatro profesional en gallego. Aquello parecía una locura, pero había la determinación. Por eso este premio es también un reconocimiento a esa generación de pioneros de la escena gallega.