Cuenta la leyenda que en las noches de verano se oyen en Domaio los lamentos de una "moura". Este ser mitológico gallego, siempre de excepcional belleza, llora la pérdida de su amado a manos de su padre, que no aprobaba su relación con un campesino. Ella, rota de dolor se sumergió en la poza que hoy lleva su nombre. Desde entonces, la bella muchacha tan solo se aparece en las noches de San Juan, cuando se la puede ver desenredando sus cabellos con un peine de oro.

Este hermoso relato, hermano de otras miles de historias sobre "mouros" y "mouras" en Galicia, ha dado nombre a uno de los puntos más bonitos y mágicos de O Morrazo."A Poza da Moura" es una charca natural conformada por el río Muíños en su rápido discurrir por el Monte Domaio. Sus aguas, tan cristalinas como frías, ofrecen un "jacuzzi" con una excepcional panorámica de la ría de Vigo y el puente de Rande.

El acceso, bastante dificultoso y sin apenas señalización, hace que sean pocos sus visitantes, para soledad de la "moura". Los que logran llegar, encuentran un espléndido paraje con un sendero, un puente de madera sobre el río y un conjunto de dos molinos. Estos, reconstruidos en parte, destacan por su sistema de canalización del agua con dos acueductos.

Durante el verano, el caudal del río Muíños desciende notablemente, lo que resta espectacularidad a sus cascadas, especialmente a una vertiginosa caída de hasta 200 metros. Lamentablemente, uno de los viaductos del Corredor de O Morrazo rompe la armonía de este extraordinario enclave: impide disfrutar de otras cascadas y el continuo zumbido de los coches altera el paisaje sonoro del canto del agua.

Probablemente a la "moura" no le haya gustado que el hormigón y el asfalto irrumpiesen en su territorio. Y puede que ahora, en las noches de verano, suspire porque alguien rompa su hechizo.

Patricia Pedrido | Vigo