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PORTUGAL

140 años de una joya ecológica única en el mundo

En marzo de 1882, a menos de 1 hora de Galicia y enclavado en un Patrimonio de la Humanidad, se inauguró el primer funicular de la Península Ibérica | Te llevamos de viaje y te contamos su secreto

140 años de un funicular único en el mundo

140 años de un funicular único en el mundo. CM Braga

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140 años de un funicular único en el mundo. Alberto Blanco

El 25 de marzo de 1882, a escasos kilómetros de la frontera de Galicia, se ponía en marcha el primer funicular de la Península Ibérica. Fue una revolución. 140 años después, sus dos vagones continúan subiendo y bajando. Y lo hacen como antaño. Sin interruptor alguno. Sin rastro de corriente eléctrica. Con la misma fuerza ecológica con la que nació y que lo convierte en una joya única en el mundo. ¿Su motor?, agua y gravedad. Nada más.

Se trata del elevador del Bom Jesus do Monte de Braga. El popular santuario —Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y uno de los sacro-montes más importantes de Europa— esconde también esta joya de la ingeniería a escasos kilómetros de Galicia (menos de 1 hora en coche). Un funicular que sigue en activo 140 años después y que es único en el mundo.

¿Por qué es único?

El elevador del Bom Jesus salva una pendiente del 42% y recorre 275 metros hacia lo alto del santuario. Alberto Blanco

El elevador salva una pendiente del 42% y una altitud de 100 metros. No hay potencia eléctrica alguna. Sus dos vagones recorren una empinada cuesta de 275 metros de longitud con hasta 39 personas a bordo gracias al agua y la gravedad. Nada más. Es una parada obligatoria si se visita Braga.

Actualmente sería el único en el mundo de contrapeso hidráulico que continúa operativo con agua procedente de fuentes y minas naturales. Por esto último (a excepción de en épocas de sequía) no es preciso ni utilizar energía para bombearla, ni tampoco se surte de la red pública, como sí hace alguno de los pocos elevadores de contrapeso hidráulico existentes en el planeta (en Inglaterra, Alemania o Suiza, principalmente).

El agua procede de minas naturales y solo en épocas de sequía se utiliza electricidad para bombearla

Con el agua procedente de minas naturales se llena también el popular lago del Bom Jesus. Y desde allí se canaliza hacia un depósito ubicado a los pies de la parte alta del elevador. Ese es el surtidor que le aporta la fuerza motriz.

Casi 6.000 litros de agua en cada vagón

Cada vagón tiene un depósito de agua con capacidad para casi 6.000 litros. Los pasajeros se suben, el conductor llena de agua el vagón superior, suelta los frenos y la gravedad hace el resto. El mayor peso de uno empuja al otro hacia la cima. Al llegar a la parte baja, se vacía el depósito y se repite la misma acción con el vagón que llega vacío de agua a la cima.

El viaje dura unos 4 minutos y el billete de ida cuesta 1,5 euros

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El viaje dura entre 3 y 4 minutos y el precio es de 1,5 euros si solo se realiza la ida; y de 2,5, si se apuesta por ida y vuelta. En cualquier caso, no se debe descartar la opción de subir o bajar caminando haciendo el vía crucis de la espectacular escalinata de la que presume el Santuario del Bom Jesus do Monte y que puedes ver en el vídeo bajo estas líneas.

Historia de Elevador del Bom Jesus

El elevador fue diseñado por el ingeniero suizo Nikolaus Riggenbach a iniciativa del empresario bracarense Manuel Joaquim Gomes (1840-1894). "Fue un hombre que en el siglo XIX supo entender lo que era el verdadero progreso, empleando su inteligencia en la creación de empleos", destacan en la Cofradía del Bom Jesus.

El elevador se construyó con el objetivo de sustituir a la compañía de "carros americanos" de Braga, que consistían en vehículos que circulaban sobre raíles tirados por caballos y bueyes y que fueron los antecesores de los actuales tranvías eléctricos.

Vista actual del elevador del Bom Jesus do Monte de Braga. Cofradía Bom Jesus

Su construcción se inició en marzo de 1880 con la colaboración del ingeniero luso de ascendencia francesa Raul Mesnier Du Ponsard y culminó dos años después. El 25 de marzo de 1882, hace exactamente 140 años, se inauguró esta joya de la ingeniería portuguesa del siglo XIX.

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