El mirador de Cotorredondo, a escasos metros del Lago Castiñeiras, es probablemente uno de los más emblemáticos de la provincia de Pontevedra. Situado a 550 metros de altitud, su extraordinaria ubicación promete vistas espectaculares. Se le conoce también como el mirador de las tres rías: Vigo, Pontevedra y Arousa. Pero como reza el dicho: no es oro todo lo que reluce.
Son muchos los que se han llevado una decepción al alcanzar la cumbre de Cotorredondo en busca de unas vistas espectaculares de las rías gallegas. Actualmente lo máximo que se consigue es otear pequeñas partes de agua (principalmente de la Ensenada de San Simón) tras ejercitar mucho el cuello para poder colar la mirada a través de los pequeños huecos que dejan libres las frondosos copas de los árboles. En este momento es más bien un mirador sin vistas.
La torre que da esperanzas
Pero tras la frustración que produce coronar un mirador sin vistas (se puede llegar en coche), se abre una ventana de esperanza para turistas, senderistas y visitantes en general: la gran torre de vigilancia que se levanta en lo más alto de Cotorredondo. Desde sus balcones sí es posible tener una vista de 360º de buena parte de la provincia de Pontevedra. Pero la ilusión se esfuma actualmente tan rápido como llega: está cerrada a cal y canto.
La torre fue construida en los años 60 por el antiguo Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA). Esta construcción la gestiona actualmente la Comunidad de Montes de Santa Cristina de Cobres. Pero su mal estado unido a sus intentos "frustrados" para que la Consellería de Medio Rural se hiciera cargo de su mantenimiento han provocado que sea prácticamente inaccesible a lo largo de la mayor parte del año.
El mirador de Cotorredondo está situado a 550 metros de altitud
Según explican desde la Comunidad de Montes de Santa Cristina de Cobres, la instalación solo está puntualmente abierta cuando se realizan labores de vigilancia de incendios por parte de Medio Rural durante la temporada estival. Es por ello que -aseguran- han tratado que colaboren en su mantenimiento. Y, ante la falta de respuesta y de medios que permitan controlar el acceso y garantizar la seguridad, han optado por sellar las puertas. "El próximo verano no sabemos qué se hará", admiten.