Carpaccio de gambas: Un lujo ligero

En un principio, el carpaccio, de origen italiano, era de carne cruda y ofrecía básicamente ternera o buey a láminas finas aderezadas con aceite y un poco de parmeggiano. Pero pronto esta fórmula se amplió con éxito a otras carnes, al pescado e incluso a algunos vegetales.

Las gambas no han escapado a tan famosa receta y con un resultado magnífico, hay que reconocerlo. Por supuesto, el secreto es que la gamba sea de calidad y, a ser posible, fresca, después de lo cual no hay que añadir grandes inventos.

Es más, hay que procurar que el aderezo no diluya su sutil sabor. Su contenido en proteínas, yodo y selenio es otro punto que tener muy en cuenta. Lo mismo que la escasa pericia culinaria que requiere su preparación o su extraordinaria ligereza. Cien gramos de gambas no superan las 100 Kcal. Es cierto que el carpaccio no permite aprovechar la apreciadísima cabeza de la gamba, pero desde el punto de vista nutricional esto es más bien una ventaja. No hay que olvidar que el posible contenido de metales pesados y otras sustancias poco convenientes reside justamente en esa parte del crustáceo.

- El carpaccio de gambas es un plato realmente versátil y permite combinaciones curiosas, como aderezarlo con láminas de mango o piña.

-Para que aporte una ración equilibrada de proteínas, debe contener al menos unos 100 gramos de gambas.

- Este plato queda divino con un aderezo de puré de tomate natural mezclado con un poco de aceite y ajo picado.

- A la hora de elegir el producto, hay que recordar que una gamba fresca tiene la cabeza perfectamente adherida al cuerpo y no está ennegrecida.