Estrenos de cine

Crítica de '28 años después': cómo aprender a vivir entre zombis

La muy estimable tercera entrega de la saga se aleja de las convenciones del género para abrazar el mito folclórico, el surrealismo y hasta la metafísica

Una imagen de '28 años después'

Una imagen de '28 años después' / Sony Pictures

Nando Salvà

'28 años después'

Dirección: Danny Boyle

Intérpretes: Alfie Williams, Jodie Comer, Aaron Taylor-Johnson, Ralph Fiennes

Año: 2025

Estreno: 20 de abril de 2025

★★★★

Con '28 días después' (2002), Danny Boyle y el guionista Alex Garland lograron revolucionar el cine de zombis y, por tanto, por su parte habría sido inútil tratar de lograr un impacto cultural similar con la tercera entrega de la saga iniciada por aquella película. En lugar de dejarse llevar por ambiciones desmedidas, '28 años después' apuesta por ser ante todo el relato de iniciación de un chaval que explora el mundo exterior, descubre sus convicciones y su coraje, redefine sus lealtades y comprende que crecer requiere enfrentarse a la posibilidad de la muerte.

Parcialmente filmada con teléfonos de alta gama -en su día, recordemos, el rodaje de '28 días después' fue pionero en el uso del vídeo digital-, la nueva película asimismo exhibe amaneramiento formal a través de la frecuente congelación de la imagen, el ninguneo ocasional de la linealidad narrativa y la inserción de material audiovisual de archivo que evoca la historia militar británica y complementa así cuanto el relato tiene de crítica al Brexit y a la mentalidad aislacionista del Reino Unido.

Entretanto, y pese a contener la cantidad esperable de decapitaciones, destripamientos y sangre, se aleja de lo familiar en el género al adoptar hechuras de mito folclórico, abrazar por momentos el surrealismo y la metafísica e ir abandonando el territorio de la intriga para adentrarse en el de la elegía. Puede que no resulte siempre convincente, y que -posiblemente porque fue concebida teniendo en cuenta las futuras entregas de la saga- a ratos parezca una colección de ideas vagamente conectadas más que un todo coherente, pero eso no le impide ser seductoramente extraña, impredecible, oscuramente divertida y, llegado el momento, francamente conmovedora.

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