Nadie duda que se esperaban resultados más satisfactorios de esta adaptación al cine de animación del comic de Paco Roca, el flamante ganador del Premio Nacional de la especialidad y responsable de otro cómic ya trasladado a los fotogramas, el espléndido Arrugas que dirigió en 2011 Ignacio Ferreras, pero ni en el peor de los casos merecía este estreno casi clandestino que ha tenido en los cines españoles.

Es más, la película tiene momentos brillantes e ingeniosos, otros divertidos y con una mirada autocrítica a tener en cuenta y a pesar de que, ciertamente, no consigue redondear las claves de los personajes, especialmente del protagonista, Paco, un periodista un tanto extravagante incorporado por un Raúl Arévalo algo amortiguado, sus virtudes están siempre por encima de sus defectos.

Paco, en efecto, es un individuo sorprendente y solitario cuya máxima ambición es diseñar sus viñetas en casa y vestido con su flamante pijama. Es la ilusión de su vida y en esa dirección se encaminan los logros que van cumpliendo sus objetivos. Hasta el día, que tenía que llegar, en que aparece en su vida la encantadora Jilguero y el amor lanza sus dardos, a veces envenenados, sobre el muy vulnerable protagonista.

Pero entonces el guionista Pedro Roca, como ya hacía en el cómic, se saca de la manga a otros personajes, los más cercanos a él y aporta una savia regeneradora más que reconfortante. Pasamos así de la rutina diaria de un Paco obsesionado por enviar sus trabajos al periódico al tipo que entra de lleno no sólo en la dinámica del romanticismo, también en la de ser padres y... colorín colorado. Cargando en el camino alforjas tan sugestivas como el no romper, bajo ningún concepto, algo tan 'complejo' y vital como la cadena del frío.