Por suerte las cosas no han salido mal del todo, incluso habría que decir que han ido bien y, la anhelada segunda parte de 'Mary Poppins' llega a las pantallas, transcurridos 54 años desde el estreno de la cinta precedente, con un mínimo de dignidad, sin poner en entredicho ningún aspecto relevante de una cinta que ha conquistado por derecho propio la condición de clásico del cine musical. Por eso, porque se temía lo peor, habida cuenta de que es muy complicado repetir un milagro de esta envergadura, la satisfacción es mayor al comprobarse que se han cumplido dos requisitos indispensables, el primero dotando de vida propia a los personajes y el segundo incorporando una serie de nuevos números musicales que respetan el contexto y la esencia de los que nos deleitaron en la cinta original. Sigue habiendo una considerable distancia entre las dos versiones, aunque menos de la que nos temíamos.

Uno de los responsables, quizás el más implicado en el tema, de que no pueda hablarse de fracaso es el director Rob Marshall, un buen profesional que domina con soltura las claves del musical, como demostró en 'Chicago' y que ha logrado éxitos de envergadura en otros géneros con títulos como 'Memorias de una geisha', 'Piratas del Caribe: en mareas misteriosas' e 'Into the Woods'. Ferviente admirador de la película de 1954 que dirigió Robert Stevenson, Marshall ha sabido conservar la fidelidad al estilo narrativo, patente en imágenes que nos lo muestran en su auténtica esencia, tanto en los personajes adultos, un tanto exagerados y caricaturizados, como en los niños, que son los que mejor arropan la historia. Lo que es imposible de repetir es la magia y la fascinación que hizo de 'Mary Poppins' algo único. Jalonada de diversos números musicales que se valen de la animación digital y que cuentan con el apoyo de Jack, un farolero con grandes virtudes para el canto y antiguo amigo de Mary Poppins, el factor visual merece también el aprobado. Presencia en el reparto de Dick Van Dyke, que ya aparecía en la anterior cinta en el papel de Bert, así como de una siempre diferente Meryl Streep.