Hay que recurrir al término decepción para entrar de lleno y sin retórica en una película que, en efecto, no está a la altura de sus créditos y que es, más que un error táctico del director, un fallo de estrategia. Que nombres como los que se reúnen en esta película, desde el director Jean Marsh a los actores Colin Firth y Rachel Weisz, no entren casi nunca en materia es un síntoma inequívoco de que la cosa no funciona.

Y si algo demuestra que la cosas no van por el camino idóneo, no hace falta más que medir la falta de dimensión dramática y la desdibujada y frustrada tensión de las escasas secuencias en que el protagonista trata de superar las embestidas de un mar en plena y terrible tormenta. Basaba en una historia real, lo que vemos da la sensación de ser una ficción sin potencial para meter al público en materia. Estas son las rémoras que definen el quinto largometraje del director James Marsh, un cineasta que se mueve entre el documental y la ficción y que ganó el Oscar al mejor largometraje por ‘Man on a wire ‘en 2008.

Debutó en el largo en 2005 con ‘The King’, realizando en años posteriores 'Agente doble' en 2012 y La teoría del todo en 2014. Todo indica que éste es uno de sus trabajos menos inspirados. El artífice de la historia es Donald Crowhurst, un marino de agua dulce que a pesar de su falta de experiencia en temas de mar toma la increíble decisión de participar en una regata de prestigio mundial, la Sunday Times Golden Globe Race con la convicción de que se va a convertir en el primer hombre que de la vuelta al mundo solo y sin escalas.

Lo hará contra el deseo de su esposa, Clare, que no se atreve a impedírselo, y de sus tres hijos, que se dejan llevar por un objetivo que se ha convertido en una utopía. A pesar de que él es consciente de que no tiene la preparación necesaria para semejante prueba, en octubre del 68 emprenderá su aventura. Ignora, además, que va a enfrentarse a su peor y más desconocido enemigo, la soledad. A partir de ahí se eleva muy poco el nivel de una odisea imposible.