Combina una estética peculiar que fomenta, sobre todo, el erotismo, con una mirada desmitificadora a un grupo de cuatro jóvenes atractivas que tiene un único objetivo en la vida, pasarlo lo mejor posible sin ningún tipo de freno u obstáculo.

Con estos ingredientes se forja una especie de thriller sobre una juventud hedonista que siente que su mejor opción no es otra que disfrutar de las playas y alcanzar, con ayuda de las inevitables sustancias, algo parecido al éxtasis. Eso sí, con apoyo en una realización personal que huye de los esquemas al uso y que convierte a menudo la imagen en un delirio casi siempre gratuito. Es la firma de un cineasta peculiar, Harmony Korine, autor también del guión, responsable de una filmografía singular que comprende títulos como ´Gummo´ o ´Julien Donkey-Boy´, que se vieron en España en los circuitos de V. O.

Con el reclamo de James Franco y de Selena Gómez en el reparto, esta cinta es la primera que llega doblada y ya estuvo presente en la sección oficial de la Bienal de Venecia. Aunque no tiene excesivos méritos para formar parte de festivales tan prestigiosos, tampoco puede ocultarse que lo que oferta esta película supone una aportación indudable, en el sentido de que rompe una lanza tanto en su sintaxis como en su composición visual. E incluso podría argumentarse que sus personajes tienen un toque testimonial a la hora de acercarse a unas muchachas, que ni siquiera son mayores de edad en algún caso, decididas a romper las barreras que les impiden gozar de todo lo que disponen, legal o no, a su alcance.

Por eso se van a Spring Breakers, en Florida, después de conseguir dinero asaltando un establecimiento de comida rápida, conscientes de que se les abren las puertas del paraíso de la diversión. Vestidas exclusivamente con sus bikinis y haciendo ostentación de su atractivo, llegan a su destino con un voraz apetito en todos los órdenes. Las cosas, sin embargo, no van a la medida de sus deseos. Se verán delante de un juez acusadas de rebasar los límites de la legalidad.