‘Fatum’ es el destino, el azar, y es también la primera película dirigida por Juan Galiñanes (Cambados, 1980) que se estrena mañana en los cines. Ha formado equipo con Vaca Films para sacar adelante un proyecto que ideó hace ya 9 años y que ha materializado con actores como Luis Tosar, Elena Anaya, Arón Piper y Álex García. Confiesa sentirse nervioso, pero son “nervios sanos”, apura a decir el gallego, que rodó la película en las calles de la ciudad herculina.
–¿Cómo y cuándo nace ‘Fatum’?
–Escribo el guion justo después de ‘Quien a hierro mata’, sobre 2014. Es una historia que tengo tan lejos que a veces me cuesta recordar dónde estaba yo cuando empecé con esto. Pese a eso, es un guion que tampoco ha cambiado mucho en la reescritura. Siempre ha sido una historia de dos padres a los que, en un momento de su vida, el azar decide juntar. Uno de ellos tiene que tomar una decisión importante que, por casualidades del destino, va a cambiar la vida de ellos para siempre y la va a cambiar irremediablemente. En ese choque de padres, siempre estuvo la historia.
–Al retomar el guion años después junto con Alberto Marini, ¿qué cambios hicieron?
–Metimos ingredientes que para mí son clave como el mundo de las casas de apuestas. Empezamos a enriquecer el guion con ese trasfondo social que me parece superimportante en la película. Estamos hablando de entretenimiento porque ‘Fatum’ pretende ser una película abierta para todo el público, pero me gusta que tenga un trasfondo social. ‘Fatum’ tiene este punto de crítica absoluta a lo que ocurre con las casas de apuestas. Yo creo que le damos la espalda al problema, pero está ahí y destroza familias. Hemos quitado la publicidad del tabaco y del alcohol, pero todos los días nuestros hijos pueden ver cómo podemos hacer una apuesta deportiva y perder el dinero del mes. Esto está socialmente aceptado. Que ‘Fatum’ se centre en eso fue una de las cosas que cambiamos y me parece súper importante.
–¿Buscaba mandar un mensaje?
–Me importaba mucho que fuese una historia que, aunque tiene ese envoltorio de ‘thriller,’ con mucha acción, fuese una película que hablase de la paternidad, de la importancia de lo que podemos llegar a hacer por nuestros hijos. Da igual si tienes hijos o no, es algo muy universal. Es fácil que nos pongamos en la piel. De esa relación paternofilial habla ‘Fatum’ constantemente. Hay otro tema importante en la película que tiene que ver con la enfermedad de un hijo y los transplantes de órganos. Si esta película acaba y conseguimos que alguien en ese momento de tomar decisiones tan importantes se incline hacia el lugar de dar vida, creo que habremos conseguido algo. Esas pequeñas cosas que llegan a la patata de la gente son las que valen la pena cuando cuentas historias.
–¿Está de acuerdo con los que dicen que es un ‘thriller’ emocional?
–Totalmente. Es una peli que, si quieres ver un ‘thriller’, no vas a sentirte decepcionado. Tiene todos los ingredientes de ‘thriller’, te puedes sentir atrapado por la historia de principio a fin. Pero yo diría que no es lo más importante. Lo más importante de ‘Fatum’ es la historia y la construcción de los personajes. Se empatiza muy fácil con ellos porque tratamos temas muy universales como el odio, la venganza, el amor... Es muy fácil entender, aunque no justificar, todo lo que hacen los personajes en la película.
–En su idea inicial, ¿A Coruña aparecía como escenario?
–A Coruña siempre ha estado como escenario por varias razones. Porque es la ciudad en la que vivo y es mucho más fácil contar una historia, sobre todo tu primera historia, desde lo que conoces. Y además, para la lógica de la propia historia, tenía que ser una ciudad pequeña. No podía ser en Madrid o Barcelona. Las coincidencias, el hospital... Eso aquí puede pasar. Y, por último, porque está ahí Vaca Films, que siempre tira de A Coruña. Va junto: Vaca Films, Luis Tosar y A Coruña. Yo creo que aunque hubiese planteado otra cosa, Emma [Lustres] no hubiese querido (ríe). Lo que sí quería es que fuese un barrio diferente a lo que hubiese visto hasta entonces, y ahí nace irnos a cerca de la Refinería, en Meicende. Lo fácil era ir al centro, pero eso ya lo íbamos a tener, porque rodamos en la plaza de Pontevedra.
–Un rodaje que llamó la atención de muchos.
–Sí, montamos el quilombo de parar la plaza de Pontevedra durante unos días. Yo hablaba con gente y me decían “¿estás rodando una película? ¿dónde?” y me daba miedo decirlo. De todos modos, creo que nos lo montamos bien porque conseguimos cortar solo una calle y el tráfico podía seguir por el otro lado. Ahí hay muchísima experiencia de Emma rodando en la ciudad, sabe cómo gestionarlo.
–Es su primer largometraje y detrás tiene a Vaca Films con un reparto formado por actores como Luis Tosar o Elena Anaya. ¿Sintió mucha responsabilidad?
–Absolutamente. Solamente la podía fastidiar yo. Es algo que he pensado mucho. Tenía un equipo maravilloso, unos actores impresionantes, la productora... Si algo iba mal, el foco estaba en mí, el director novel. Es cierto que desde el principio me llevé muy bien con los actores. Hubo una conexión muy especial desde el inicio. Todos destacan, por lo que me han contado y lo que veo en las entrevistas, que a mí me gusta mucho trabajar con actores y eso se nota. Los actores se notaron muy protegidos. Supimos cuáles eran las reglas del juego y eso me permitió ir con cierta tranquilidad, pero los nervios siempre son necesarios. Todavía los tengo. Son nervios sanos.
–Lleva muchos años en el mundo audiovisual. ¿Había imaginado en muchas ocasiones cuál sería su primer largometraje?
–Piensas en historias y dices “querría contar esto u esto otro” y muchas veces no escoges lo primero que querrías contar. De repente, te ves dirigiendo por primera vez y trabajando en cosas de otras. O trabajando en ‘Serramoura’, cuando llegas en el capítulo 100 después de que otros compañeros hayan contado la historia. Te preguntas: “¿qué hago yo para aportar?”. Pero llegas y de una manera natural lo haces. Tiendo a ilusionarme y volcarme en todo. Aunque no sea mi proyecto, hago que sea mío. Lo he hecho siempre con todo. ‘Fatum’ no era lo primero que pensé que quería dirigir. Por el medio hubo otros proyectos que dirigieron a otros y también fue muy bonito eso. Esa parte del proceso me ayudó mucho. Por ejemplo, cuando llevo ‘Quien a hierro mata’ a Vaca Films, la llevo para hacerlo yo y la hace Paco Plaza. Y veo la película que hace Paco, y me doy cuenta de un montón de cosas que yo ni de broma habría hecho así. No es ni mejor ni peor, sino que la historia funciona de otra forma. Como director ves que las historias no son tuyas nunca, son del espectador siempre. Para dirigir, hay que asumir que eres espectador, ver mucho cine, ver muchas historias hechas por otros y, en mi caso, me ayudó mucho ser montador. No me obsesioné con nada, dejé que fluyese.