Han pasado seis años y una pandemia desde que el proyecto “Gospel Symphony” echó a andar. Atrás quedan muchas horas de trabajo y también de desvelos. Pero por fin, mañana sale a la venta en todas las plataformas digitales este disco, grabado en los estudios West East de Los Ángeles, el mismo en el que han grabado desde Fran Sinatra a The Rolling Stones. Se trata del cuarto elepé de Rebeca Rods y Black Light Gospel Choir, publicado con su propio sello, Black Light Producciones S.L. La artista viguesa –cantante, directora de coro, profesora vocal y compositora– ha apostado también por el formato físico, por lo que “Gospel Symphony” tiene su versión en CD. Son seis temas –cinco clásicos del góspel y “Enséñame”, tema compuesto por Rods, que cierra el disco– y en su portada puede leerse: “Vol. I”, por lo que hay en camino otra remesa de joyas del género.

–“Gospel Symphony” sale mañana en todas las plataformas digitales, pero también tiene su versión en CD. ¿Por qué?

–Optamos también por el formato físico porque hay gente que lo sigue utilizando, pero también por romanticismo mío y porque quería tener un detalle con toda la gente que en su día apoyó nuestro ‘crowdfunding’. Si bien es cierto que en la versión digital se ha incluido un sencillo que no está en el CD: la versión de “The Show Must go on” de Queen, en la que he tenido el honor de cantar a dúo con el tenor Gerónimo Rauch, un gigante de los musicales, y de contar con el arreglo de Pablo Navarro, director del musical “Queen. We will rock you”. Es un tema que he dedicado a mi padre, el tenor vigués Manuel Sirera.

–El disco lo cierra un tema compuesto por usted, “Enséñame”.

–Tengo la costumbre de cerrar los discos de Black Light con un single compuesto por mí. Cuando estábamos grabándolo, en Cíes, surgió la idea de adaptarla al gallego. En cuanto llegué a Madrid, me puse a trabajar en la adaptación, volvimos a grabar en Cíes y ahora la versión que vamos a estrenar, el próximo 18, será la gallega. Será el primer tema de góspel en gallego.

–¿Qué diferencias hay entre este “Gospel Symphony” y los anteriores discos de Black Light?

–Este es un disco que marca una gran diferencia en nuestra carrera. Primero, por los arreglos sinfónicos, y luego porque han pasado seis años desde que comenzó y el repertorio del coro se ha ampliado. Cuando grabamos el primer disco, estábamos en un momento de búsqueda de cómo definirnos como coro. Black Light era una formación que hacía góspel y además algo de pop, de rock, de soul... y había una banda pequeña. Ese disco se grabó con un ‘big box’, con piano y con bajo. En el segundo, ya teníamos una banda y estábamos más consolidados como coro. El tercer se grabó en directo en la Joy Eslava de Madrid. Cada disco tiene su propia personalidad y marca la trayectoria que ha seguido Black Light desde que comenzó hasta que llegó esta idea, que no fue nada sencillo de hacer porque yo soy el motor creativo y también el económico.

–Y decidió grabarlo en Estados Unidos.

–Sí. Viajé a Los Ángeles, hablé con Carlos Rodgarman, que es mi primo, y nos pusimos a trabajar en el repertorio. La banda se grabó en los estudios Est West, los mismos donde Fran Sinatra grabó “May Way”. Luego fuimos grabando la orquesta. Fueron varios viajes a Los Ángeles para poder llegar al momento en que estamos ahora. La intención era acompañar toda la fuerza del góspel con unos arreglos sinfónicos que están a la altura de una banda sonora o de una orquestación de una obra clásica.

–¿Cómo eligió los temas?

–De todo lo que se grabó, porque hay material inédito para el segundo disco, elegí aquellos temas que dan coherencia a lo que es “Gospel Symphony” en su esencia desde que nace como idea hasta lo que es Black Light hoy, seis años después porque tú vas añadiendo repertorio al coro y los cantantes lo hacen suyo. He dejado otras joyas de góspel para el segundo volumen, que saldrá, probablemente, en otoño.

–¿Alguna vez pensó que este disco no llegaría a buen fin?

–Nunca. Soy una persona que cuando se enamoro de una idea se proyecta en ella hasta que se hace realidad. No puedo dejar un proyecto a medias y menos aún cuando hay tanta gente conmigo remando en el mismo barco.

–Ha formado parte del coro en tres ediciones de Eurovisión. ¿Cómo vivió el Benidorm Fest y qué opina de toda la polémica suscitada?

–Estuve pendiente por Tanxugueiras, porque llevaban una propuesta fantástica para Eurovisión, con una puesta en escena espectacular. Fue una pena que no saliesen elegidas cuando eran las preferidas del público. Yo respeto la propuesta de cualquier artista, pero el mundo del eurofans puede llegar a ser súper cruel. Recuerdo que en la tercera edición en la que participé hubo cantidad de personas en Twitter que la tomaron conmigo, sin conocerme ni a mí ni mi trayectoria. “La pelirroja, la pelirroja”, decían. Llegué a borrarme de Twitter. Esto debería controlarse de alguna forma porque el artista también tiene corazón y lo que puede decir el publico y, sobre todo, cómo lo dice puede afectar mucho.

–En plena gira de Navidad cogió el COVID y perdió la voz. Debió de ser un momento muy duro.

–Pasé la Nochebuena intentando salvar la gira y sin voz, que es mi instrumento de trabajo. Fue durísimo y un ejercicio de paciencia. El problema es que soy una persona muy inquieta. Sin embargo, después de dos meses, mi voz vuelve a ser la de antes.