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Zålomon Grass, cuando ni modas ni pandemias pueden con el rock

El trío vigués, creado en la desescalada de junio, lanza sus primeros temas: “Nos planteamos ser convivientes, lo que fuese con tal de seguir tocando"

Zålomon Grass, en una imagen promocional. | // ANTÍA GONZÁLEZ

Lo que unieron unos chupitos y la conexión musical, que no lo separe la peor pandemia en un siglo. El trío vigués Zålomon Grass se gestó en aquella época en la que todavía había festivales, en 2019, pero no pudieron comprobar si las buenas vibraciones eran solo fruto de la euforia postconcierto hasta junio del año pasado, cuando llegó la primera desescalada y se juntaron en el local del ensayo. Su primer EP, cuatro temas grabados en directo en los estudios Radar, confirma que estos tres músicos de bandas como The Soul Jacket, Spoonful o Karma Animal no iban desencaminados.

“Después de acumular toda esa rabia durante el confinamiento no podía dejar pasar la oportunidad de tocar estas canciones con Mauro [Comeseña, batería] y David [Rodd, bajista]”, cuenta Gabriel McKenzie, cantante, guitarrista e ideólogo de un proyecto que se asienta en el blues-rock y la psicodelia setentera. McKenzie aprovechó los meses de encierro para familiarizarse con un teclado que, azares del destino, se había comprado justo antes del estallido del coronavirus. “Además de plantar cebollas y leer a Dostoievski, lo que más hice fue practicar y componer con el piano”, explica con sorna sobre el “caldo de cultivo” creativo que surgió de esa primavera negra.

Mientras el azote del COVID-19 hacía estragos en el tejido musical de la ciudad --con cierres de salas y proyectos paralizados, como You Dog!, en el que militaban McKenzie y Rodd--, Zålomon Grass se sobreponía también a las complicaciones logísticas que ha ido marcando la cambiante normativa sanitaria. “Nos planteamos ser convivientes, lo que fuese con tal de seguir tocando. Esto es mi vida y mi trabajo, no sé para el Gobierno, pero para mí la música es esencial”, comenta.

Si la pandemia no ha frenado su empeño, el espíritu musical de los tiempos, en el que C. Tangana es el rey, tampoco iba a ser un inconveniente: “Nos dan igual las modas, vamos a hacer cosmic blues”. Han elegido, además, el mismo formato de trío que alguno de sus referentes como The Jimi Hendrix Experience, y que McKenzie defiende con fervor religioso: ”Para mí es la mejor formación, la Santísima Trinidad. Es lo que tiene que ser una banda de rock & roll, los tres pilares de la Tierra”.

Las primeras canciones que entregaron Zålomon Grass estaban cargadas de electricidad y energía, en línea con el rock setentero más poderoso. Pero en sus planes no está el acomodarse: lo siguiente que lanzarán son tres temas en acústico. Ya los han grabado, también en directo, en la Casa de Arriba, y ahora están con la posproducción, ya que los quieren acompañar con imágenes que funcionen como una narración paralela. “Es algo psicodélico, difuso”, acierta a explicar el cantante, que recalca en que no se ponen límites dentro de su estilo. En todo caso, en su concierto ideal, en un gran estadio, resulta imprescindible una sección de “fantasía psicotrópica” que se intercale con la “tralla”.

Lo que la pandemia sí ha evitado es su presentación en directo. De momento, su única fecha confirmada es en noviembre, aunque esperan que la situación les permita subirse antes a las tablas.

Sobre el futuro de las bandas locales cuando todo acabe, McKenzie rebaja el entusiasmo mantenido durante la conversación. “No sé cuándo podremos ir a una sala pequeña a ver un concierto aleatorio. Sin eso, la escena se viene abajo. Los concellos deberían darse cuenta de la riqueza underground”.

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