El pianista estadounidense Keith Jarrett, uno de los más influyentes y singulares del jazz, ha revelado que su cada vez más acusada ausencia de los escenarios en los últimos años se debió a dos derrames cerebrales que le han dejado secuelas, lo que insinúa su más que probable retirada.

El músico de Pensilvania, de 75 años, ha confesado a “The New York Times” que en febrero y mayo del 2018 padeció estos ataques, que le dejaron paralizado temporalmente. Aunque ha recuperado parte de la movilidad después de dos años de rehabilitación, dice que todo el lado izquierdo del cuerpo permanece afectado. «Los médicos no prevén que pueda recuperar la movilidad en esa mano. Lo máximo que podrían conseguir con mi mano izquierda es sujetar una taza», señala con frustración.

Jarret (Allentown, 1945) fue un artista precoz que con solo 7 años interpretaba en clubs piezas de Mozart, Schumann o Beethoven y se caracterizó ya como profesional por un estilo ortodoxo, capaz de combinar el virtuosismo de un gran concertista y la osadía de un compositor de jazz. Transitando por un amplísimo catálogo de géneros, Jarrett concitó los parabienes de la crítica, del público.