Ofrece el aliciente de ser una de las contadas películas vietnamitas que han llegado a las pantallas españolas, cosa que hay que agradecer, y lo hace, además, apoyada en dos premios, el de la Otra Mirada en el Festival de San Sebastián y el NETPAC en el de Toronto, con el mérito añadido de ser la ópera prima de la directora vietnamita Ash Mayfair.

Se trata de un largometraje que se inspira en leyendas y tradiciones del Vietnam del siglo XIX que nos sumerge en un país aferrado a un pasado que sigue plenamente vigente, especialmente en materia de sexo y matrimonio y en el que la mujer sigue marginada en determinados aspectos de la sociedad.

El rodaje casi por completo en unos bellos exteriores, donde el verde predomina por completo en un precioso paisaje, es un factor de peso que nunca pasa inadvertido.

Con una ambientación sumamente elaborada. Inspirada en hechos que le contaron a la directora y que están vinculados a sus ancestros, especialmente a los tiempos de su bisabuela y de su abuela, la historia que nos cuenta remite a un momento decisivo de la vida de la mujer, aquel en el que se está llevando a efecto la ceremonia de compromiso matrimonial de una joven de 14 años, May, con Hung, un hombre que afronta sus terceras nupcias.

La cámara se detiene casi exclusivamente en la figura de ella, consciente de que todo su futuro está ligado al hecho de que tenga un hijo varón, que es la única forma de escalar a lo más alto de la escala social. May sabe que, a pesar de que no siente ningún interés por las parejas arregladas, no tiene más remedio que aceptar las exigencias de un pasado que sigue en gran parte vigente.

Llama la atención, eso sí, la sensualidad de algunas secuencias, no exentas de unas moderadas dosis de erotismo.

Pero, por encima de todo, lo que MayFlower ha querido mostrar es la pervivencia de unas costumbres que continúan segregando a la mujer, a pesar de lo cual algunas de ellas sufren las consecuencias de unos castigos ejemplares. La virginidad o todo lo que conlleva el ser "intacta", se conserva como el valor más cotizado y hasta los varones que cometen adulterio han de sufrir los estragos del escarnio público.