Ucrania «florece» en Cangas
La ucraniana Liudmyla Nastevych expone sus pinturas en la Capela do Hospital

La artista Liudmyla ante el cuadro «Soaring sonata».
La guerra entre Israel y Palestina ha eclipsado y sigue eclipsando por muchos momentos la de Rusia contra Ucrania que ya cumple 1.346 días y camino de los cuatro años el próximo 22 de febrero. La ucraniana y canguesa de adopción Liudmyla Nastevych, que en 2014 dejó su país para residir en Santiago y desde 2023 en Cangas, en donde ya vivía su hija y su nieta y en donde ahora también lo hace junto a ella su madre, devuelve a la memoria la trágica realidad de Ucrania, un país en el que sigue muriendo mucha gente. Liudmyla, que estudió Ingeniería Electromécania, Filología inglesa y trabajó 24 años de profesora, dejó su país, pero con ella viajó su pasión, desde niña, por la pintura, y que esta mujer eslava no ha dejado de desarrollar en la «calma atlántica».
Mañana miércoles día 5 inaugura una nueva exposición en la Capela do Hospital, en Cangas, que permanecerá abierta hasta el día 16. En 2023, la artista expuso en este mismo espacio «El mundo de la mujer», con obra dedicada a la figura femenina y también a sus raíces, y ahora vuelve con «Lo que florece entre nosotros», en el que hay flores, acuarelas, óleos, animales personificados y también, y como siempre, mujeres. La artista se siente feliz en Galicia, una tierra de la que dice que le inspira «paz porque tiene lugares muy bonitos, especiales para mí, y una naturaleza incomparable».
Si en la anterior exposición tenía especial predilección por el cuadro «Ukrainka» (Ucraniana), en éste asegura que se llama «Soaring Sonata» (Sonata flotante), que «representa un momento de inspiración, paz y harmonía; también un mundo imaginario al que escapar de la rutina». Asegura que sus obras siguen hablando de mujeres «pero ya no desde la fortaleza que se exige, sino desde el descanso que merecen. Son retratos de mujeres que sostienen el mundo, pero que aquí lo sueltan. Que cargan con la vida entera y, por fin, la dejan reposar entre flores, telas y cielos imposibles». La artista invita a cruzar el umbral de la rutina y asomarse a un espacio íntimo, en donde lo femenino no es debilidad ni bandera, sino un nuevo territorio de ensoñación, ternura y descanso. En este oeste del país, no olvida el este del que viene y su obra tiende un puente de luz: trae al poniente gallego la claridad de sus amaneceres.
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