Fotografías de la vida después de los 90
La exposición «Mareas de sabedoría» de Salvador Santos , Charri, llega a la Casa do Pobo de Beluso

La edil de Cultura Carmen García y Charri, ayer, en Beluso. | FdV
La exposición «Mareas de sabedoría», del fotógrafo aficionado de Bueu Salvador Santos «Charri» ha llegado a Beluso, en donde desde ayer y durante un mes puede visitarse en la Casa do Pobo. La serie son 16 retratos de gran tamaño a vecinos que superan los 90 años y que, salvo la tía del autor Erundina Solla García, que falleció en mayo, siguen todos con vida, incluso dos de ellos ya superan los 100 años.
Representan una generación fuerte y valiente, que pasó muchas penurias en su vida. «Charri» decidió hace más de un año crear este proyecto con el que homenajear a las personas mayores de la villa de Bueu y de ahí salió esta exposición que ya estuvo en verano en la Sala Amalia Domínguez Búa.
El autor retrató a ocho mujeres y a ocho hombres de diferentes sectores desde rederas a marineros o médicos. Es el caso den Salvador Andrés Cerviño Muñiz (1933) que empezó en el cerco, el xeito, faenó en el Gran Sol, se casó y vivió en Francia, trabajó en una empresa textil en España y al volver a Bueu montó la carnicería «O Camarón». Laura Meira Piñeiro (1933) empezó a trabajar a los 12 años de atadera, con la modista Manuela de Lopes y con su marido se fue a Canarias, para regresar y volver a ser atadera. Con 10 años, Mercedes Caballero Estévez (1933) ya iba con su hermana a buscar huevos por la aldea para venderlos. Se dedicó a la venta de pescado y de marisco y también en la plaza de abastos. De Ons es José Otero Blanco (1928), vinculado siempre al mar con su dorna «Lola» y su barco «Marisqueira». José Troncoso Patiño (1935) empezó de aprendiz albañil y suyas son muchas de las viviendas unifamiliares construidas en los barrios de Bueu. Fue concejal de Obras con el alcalde José María Massó. En los retratos también aparece un sonado nombre de la política de Bueu, como Manuel Freire Lino (1936), que fue alcalde. Fita Otero Menduíña (1933) vivió aquella infancia en Beluso de cuando se podía jugar a la mariquitilla en medio de la carretera por falta de coches. Iba a las «veigas» con los abuelos y también al pulpo que llevaba en una tina de cinc en la cabeza para vender. Emigró a Alemania como otras jóvenes y trabajó en una fábrica de porcelana; regresó y trabajó con su marido en una tienda de electrodomésticos. Benilde Vidal Estévez (1933) se quedó sin madre con solo un año y recuerda el trabajo en casa, pero también ir al cine de Guerra. Se casó y aún hoy se sigue levantando a las 8 de la mañana para llevar a su bisnieta de 9 años al autobús. La exposición la completan Carmen Lorenzo Currás (1929), que trabajó toda su vida de costurera y en el campo; José Otero Estévez (1925) marinero que ya supera los 100 y que recuerda los años de hambre; Concepción Castro Rúa (1930), Aurelio Davila Juncal (1935); la fallecida Erundida Solla (1934), Rosa Sampedro Dios (1931) Roberto Otero Baena, hermano del pintor José Benito, y Manuel González Rúa (1925).
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