Piedras en el camino para no repetir la historia
Manuel Rey Cruz y José Ferradás Pastoriza eran dos vecinos de Bueu asesinados en uno de los episodios más negros de la historia: los campos de concentración nazis. Ayer fueron recordados con la colocación de «stolpersteine» o adoquines de la memoria. Porque el mejor homenaje es conservar la memoria.

La memoria de dos vecinos de Bueu víctimas del nazismo / Gonzalo Núñez
María de los Ángeles Rey Agulla cumplirá en menos de un mes 93 años. Se mueve con ayuda de una silla de ruedas, pero su cabeza no necesita ningún tipo de ayuda. Su voz es tranquila y suave, pero se vuelve firme al recordar como el gobierno de Franco abandonó a su suerte a su padre y a otros miles de españoles que acabaron asesinados en los campos de concentración nazi. Su padre era Manuel Rey Cruz, un vecino de Bueu que falleció tal día como ayer del año 1941 el campo de Mauthausen-Gusen. «Lembro que nun día como hoxe, pero do ano 41, a miña nai estaba facendo as camas e de repente quedouse parada e inqueda. Eu pregunteille ‘Mamá, que pasa, que pasa’ e ela respondeume: ‘Desde hoxe quedastes sen pai’», cuenta María de los Ángeles. Aquel pálpito o presentimiento que sintió su madre se reveló como cierto varias décadas más tarde, cuando la familia supo que Manuel Rey Cruz falleció un 30 de mayo de 1941 en aquel campo de horror.
El Concello de Bueu y la Asociación de Amigos de Johan Carballeira aprovecharon este 84 aniversario para rendir homenaje a Manuel Rey Cruz y a José Ferradás Pastoriza, los dos vecinos del municipio que muerieron en Mauthausen-Gusen, con la colocación de sendos «stolpersteine» o adoquines de la memoria. Dos sencillos bloques de piedra de 10x10x10 centímetros con una placa de latón en la parte superior en la que figura su nombre, año de nacimiento y las fechas de sus deportaciones y fallecimiento. Los dos entraron en Mauthausen en enero de 1941, separados por apenas unos días, y los dos no pudieron aguantar mucho tiempo en aquel infierno. Rey Cruz falleció el 30 de mayo y Ferradás Pastoriza el 20 de septiembre. Según los documentos oficiales nazis de neumonía. La verdad es que murieron a consecuencia de los trabajos, de la miseria y del hambre. Asesinados.
María de los Ángeles Rey, 93 años e hija de Manuel Rey Cruz: «Lembro que nun día como hoxe, pero do ano 41, a miña nai estaba facendo as camas e de repente quedouse parada e inqueda. Eu pregunteille ‘Mamá, que pasa, que pasa’ e ela respondeume: ‘Desde hoxe quedastes sen pai’»
Los «stolpersteine» o adoquines de la memoria son una iniciativa del escultor Gunter Demnig y desde su puesta en marcha, en 1996, la fundación que lleva su nombre ha colocado más de 100.000 de estos adoquines en más de 20 países europeos. Bueu es el tercer municipio de la provincia, después de Redondela y Nigrán, en recordar a sus vecinos que murieron en los campos nazis. «José e Manuel voltan á casa convertidos en pedra de memoria, para que nos tropecemos unha e outra vez coa súa historia e que o seu recordo perduren por sempre», decía ayer la investigadora María Torres Celada en el homenaje desarrollado en Bueu.

María de los Ángeles Rey, de 92 años, deposita un clavel sobre el adoquín que recuerda a su padre, Manuel Rey Cruz. / Gonzalo Núñez
El lugar elegido para la colocación de los «stolpersteine» fue la base del monumento a Johan Carballeira, frente a la playa de Banda do Río. Este monolito fue inaugurado en 1999 como recuerdo del que fuera alcalde de Bueu, asesinado en abril de 1937. Pero con el tiempo su significado se amplió para reconocer «a todos os que sufriron polas liberdades» y ahora «completamos o círculo con dous dos nosos veciños, que morreron da forma máis cruel», explicaba ayer el exalcalde y secretario de la Asociación Amigos de Johan Carballeira, Xosé Novas.

El vecino de Bueu Seso Portela coloca los "stolpersteine" o adoquines de la memoria de Manuel Rey y José Ferradás. / Gonzalo Núñez
El homenaje reunió a medio centenar de personas, con representantes de todos los grupos políticos de la corporación y que en su día apoyaron de manera unánime este acto de reconocimiento. Y por supuesto estaban las familias: sobrinos, nietos y especialmente María de los Ángeles Rey Agulla, hija de Manuel Rey Cruz. «Síntome moi contenta, con moitas ganas e ansias porque el merecía esta homenaxe», afirma con voz firme y segura. Su padre llegó a escribir a su familia mientras estuvo preso, misivas en las que explicaba que trabajaba como cocinero en los campos de prisioneros. La última que recibieron fue precisamente a los pocos días de entrar en Mauthausen y ya no volvieron a saber nada más de él. Solo aquel presentimiento de su esposa el mismo día en el que falleció y décadas más tarde, con la llegada de la democracia, la confirmación oficial de su triste destino.
El hermano de José Ferradás fue reclutado por el bando franquista y luchó en la Guerra Civil con el miedo de tener que enfrentarse a él
El otro vecino de Bueu asesinado en los campos nazis era José Ferradás Pastoriza, natural del lugar de A Roza. Su sobrino José González Ferradás era una de las personas presentes ayer en el homenaje. La madre de González Ferradás se quedaba en vela por las noches para que su hermano pudiese descansar porque había sido amenazado por su condición de sindicalista y socialista. Y en una de esas noches sintió como alguien se acercaba la vivienda y avisó José Ferradás, que escapó en dirección a la playa de Tuia. «Nunca máis o viron», contaba. Combatió en varios frentes a favor de la II República, mientras que su hermano Benito fue movilizado por las filas franquistas. «Loita co medo de verse a si mesmo enfrontándose ao seu irmán José», relataba el sobrino de este represaliado de Bueu. Después de la Guerra Civil pasa a Francia y se alista en la Compañía de Trabajadores Extranjeros, hasta que en junio de 1940 fue detenido por los nazis. Después de estar en el Stalag XI-B Fallingbostel fue deportado a Mauthausen, donde acabaría falleciendo en septiembre de 1941.
La colocación de los dos «stolpersteine» es tanto un acto de memoria con estos dos vecinos de Bueu como una llamada de atención. «Estamos no século XXI e deberíamos pensar que agora non hai espazo para a intolerancia. Pero estamos asinstindo a unha visión terrible: a intolerancia está asentada na política, atenaza ás minorías, aos refuxiados. Por iso agora máis que nunca debemos defender os dereitos humanos, os valores universais dun mundo baseado na igualdade. Os memos valores polos que loitaron José e Manuel», defendía en el Centro Social do Mar de Bueu la investigadora María Torres. En definitiva, frenar esa tendencia del ser humano a repetir los capítulos más terribles de la historia.
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