Los vestigios de un pasado esplendoroso: desde una fábrica a hotel, cochera, escuela o guardería
El antiguo complejo conservero y ballenero de Massó, en Cangas, mantiene en sus casi 200.000 metros cuadrados las ruinas de hasta ocho construcciones. Además de la fábrica principal, de 160 metros de largo, funcionaba un hotel, guardería, cocheras, una ballenera y se levantaron casas para los trabajadores

El edificio que era hotel y albergaba una escuela. / Santos Álvarez
El borrador para el desarrollo urbanístico de la zona de Massó en Cangas y recuperación de su factoría, vuelve a poner la mirada en este antiguo complejo conservero que esconde, entre la maleza y en estado ruinoso un patrimonio con hasta ocho construcciones, de las que, salvo la fábrica principal poco se mantiene en pie. Lo recoge muy bien el estudio que realizó María Visiers Salinas sobre los edificios de este complejo que refleja el paso industrial de la salazón a la conserva y que se divide en dos zonas marcadas por la que era fábrica de conservas, al norte; y la ballenera, al sur. Y entre ellas toda una red de caminos que comunicaban las construcciones que la familia Massó llegó a construir en 1941, desde el hotel que después fueron viviendas sociales y que en su ático y en el bajo albergaba una escuela para los hijos de las y los trabajadores a la guardería o la llamada «casa de Evaristo», sin obviar toda la barriada de casas obreras, edificadas para los trabajadores, que sí se han salvado de la maleza y que se adjudicaron en su día a particulares, cuando la fábrica cerró de forma definitiva en los años 90.
Sus edificios se extienden de norte a sur por todo ,el borde litoral, entre Salgueirón y Balea, como parte de una de las fachadas de Cangas a la ría de Vigo. La primera construcción a la que se llega por la rúa Arrecife y antes de la gran factoría, es la fábrica original, que después fueron baños de mujeres y guardería. Era la primera fábrica de salazón que compró la familia Massó en 1928, a partir de la cual comenzó a desarrollar el complejo. Con el paso a la conserva, se construyó la fábrica nueva, que es la nave principal, hoy tapiada y en estado de ruina, mientras que la antigua se utilizó como astillero, comedor común de los trabajadores y ese baño de mujeres hasta que cesó la actividad y sus dos plantas sirvieron de casa para «okupas». La propiedad tuvo que tapiar también esta construcción para evitar la sucesión de incendios que ocurrían en su interior. Entre la nueva y la vieja fábrica está el edificio de la guardería, con una fuente ornamental en el jardín delantero, en estado muy ruinosa. Es, según detalla Visiers, una sencilla construcción de piedra de planta baja.

El mural con azulejos, en los edificios de entrada a Massó, y que es una advertencia contra el uso de explosivos en la pesca. / Santos Álvarez
En una de las fachadas de esta antigua edificación se sigue conservando un mural por la protección del mar y contra el uso de explosivos en la pesca: "El mar es camino para todos, fuente de vida, fecundador de la tierra, tesoro de los pobres. Pescador que empleas explosivos, trabajas contra quien te alimenta. Nuestro respeto y nuestro amor para el mar, con quien Dios nos enseña fortaleza y libertad".
En la zona más elevada está el antiguo hotel, un edificio en un único volumen en forma de «C», con dos plantas más la baja en donde en el momento de gloria de la conservera había dos aulas que se usaban de colegio para los hijos de los trabajadores de la fábrica. Hoy sigue «okupado» y sufrió incendios en varias ocasiones.

La guardería y antiguo comedor en la fábrica original. / Santos Álvarez
Al final del acceso trasero de la fábrica principal está otra construcción de planta baja que eran las cocheras. Y siguiendo el acceso y escondida entre la maleza está «La casa de Evaristo», que se construyó de planta baja como vivienda para el guarda del complejo y su familia.

La ballenera en la zona sur del complejo conservero. / Santos Álvarez
Al sur de la fábrica de conservas se encuentra una nave auxiliar, muy derruida, que linda con el bosque de eucaliptos que da sombra al paseo por el litoral que ejecutó el Concello de Cangas hace unos años. Este edificio consta de tres naves y fue almacén de grasas, atadero y encascado de redes, como indica el trabajo de María Visiers.

La antigua salazón, al sur. / Santos Álvarez
Por lo que respecta a la fábrica principal, que en la propuesta el borrador se plantea como cesión como equipamiento al Concello al igual que la ballenera, fue proyectada en 1935 como una nave más pequeña y de proporciones cuadradas, pero se amplió en 1937 hasta sus 160 metros de largo por 100 de ancho. Fue una de las mayores fábricas de Europa y todo un referente mundial, también como arquitectura modernista en la que destaca su torreón de 25 metros. En su lado sur está la chimenea de ladrillo, que sí parece que se conserva en bastante buen estado.
En la zona sur de la superficie se ubican la ballenera, que data del año 1955, con una rampa por donde se subían las ballenas, se troceaban y se procesaba la carne; y un conjunto de edificios destinados a la salazón de pescado, que ya existían antes de que la familia Massó llegara a Cangas. Este complejo de salazón estaba formado por dos fábricas independientes de las familias Boán y Barreras, que la familia Massó unificó tras su compra. Se encuentran delimitados por un muro de piedra que bordea la carretera al lado del antiguo campo de fútbol, que también existía -hoy abandonado- y el camino que sigue por la costa.
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