La Semana Santa brota en la comarca entre palmas y olivos y a lomos de la Borriquilla

El buen tiempo permite celebrar en Cangas, Moaña y Bueu las tradicionales bendiciones del Domingo de Ramos, con asistencia multitudinaria

Las previsiones meteorológicas ponen en riesgo las grandes procesiones solemnes

La figura de Jesús, bajando desde la excolegiata por la calle Real a lomos de una borriquilla que en tiempos era de carne y hueso y ahora de fábrica, es una imagen simbólica del inicio oficial de la Semana Santa en O Morrazo, entre palmas y olivos. El Domingo de Ramos conmemora la entrada en Jerusalén y el recibimiento multitudinario de la población y ayer volvió a festejarse con fervor, más allá de su carácter religioso, en Cangas, Moaña y Bueu. El acto más multitudinario fue la procesión de La Borriquilla, desde la excolegiata hasta el escenario habilitado en la Praza da Constitución que sustituye al palco de la música, vallado por obras, donde el párroco, Severo Lobato, procedió a bendecir los ramos izados por centenares de personas de todas las edades. También hubo bendición, a mediodía, en los templos de Moaña y Bueu, que mantienen la tradición.

En Cangas, centenares de familias con niños y niñas ramo en mano escoltaron la figura de Jesús a lomos de la Borriquilla, que partió poco después de las 11 de la mañana de la iglesias excolegiata acompañada de la Banda de Gaitas María Soliña y los miembros más jóvenes de cofradías y hermandades. Tras la misa, la comitiva descendió por la calle Real, giró hacia Benigno Soage y enlazó luego con San Xosé –donde se desplazó el gran banco de piedra que obstaculizó el tránsito en otras ocasiones– para enfilar 25 de Xullo y Praza da Constitución, donde se ofició la ceremonia de bendición. El cura inició el responso, levantó el hisopo con agua bendita y la esparció entre la multitud, que irguió los brazos con los ramos –muchos florecidos de caramelos, chuches y otros adornos– en actitud de alcanzarla. Así se mantuvo varios minutos, hasta que Severo Lobato instó a recuperar la posición de descanso y, finalizado el ritual, regresar a la iglesia, calle arriba.

La Policía Local y el Grupo Municipal de Emerxencias-Protección Civil se encargaron de vallar el recorrido y velar por que no se produjeran incidentes. No los hubo, como tampoco la necesidad de celebrar la ceremonia a cubierto, porque la meteorología fue más benévola que las previsiones.

La tradicional bendición de los ramos en Bueu volvió a ser en el parque del antiguo cementerio municipal, al lado de la iglesia parroquial de San Martiño. El párroco José López leyó desde rellano y mirado de la escalinata los textos del Evangelio que hablan de la entrada de Jesús en Jerusalén a lomos de una borriquilla. Después llegó el momento de la bendición, con el párroco descendiendo al parque para mezclarse entre los numerosos asistentes para que nadie se fuese con su olivo o su palma sin bendecir.

En O Carme la procesión transcurrió con ritmo de gaitas. Fueron cientos los fieles que acudieron a la bendición de ramos en el atrio de la iglesia, después de que el párroco narrase cómo Jesús de Nazaret hizo su entrada en Jerusalén a lomos de un pollino.

La comitiva partió del templo parroquial y recorrió Ramón Cabanillas hasta bajar a por la travesía de Fontecán. Caminó por Concepción Arenal hasta regresar al templo desde la rotonda de Salitre.

En la parroquia histórica de San Martiño, por su parte, decenas de fieles completaron la procesión hasta el cruceiro barroco con sus palmas y olivos.

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